Declaració formal de guerra. Carles d'Anjou accepta el repte.
LXI
Y mientras tanto el señor rey eligió cuatro ricoshombre que envió como mensajeros al rey Carles, que se encontraba frente a Messina, tal como antes habéis oído. Y le envió a decir que le ordenaba y le decía que saliese de su reino, que bien sabía que aquel reino no era suyo, sino que debía pertenecer a la reina su esposa y a sus hijos, de modo que había de abandonar inmediatamente la tierra; y que si no lo quería hacer, que lo desafiaba, y que se guardase de él, ya que podía estar seguro que lo expulsaría. ¿Qué os diré? Los mensajeros fueron ante el rey Carles y le dijeron lo que antes les había sido ordenado, en nombre del señor rey En Pere de Aragón.
Y cuando el rey Carles oyó esto, dijo:
- Ahora ha llegado la hora que siempre habíamos temido. Es cierto el refrán que dice que "de tal mal el hombre muere, de lo que teme". Por lo que desde hoy, mientras vivas, no podrás vivir en paz, que te enfrentas al mejor caballero del mundo y el de más coraje. Ahora, venga lo que Dios quiera, que como tal lo soportaré.
Y cuando hubo transcurrido un buen rato y hubo meditado, respondió a los mensajeros que se fuesen, que él no estaba dispuesto a desamparar su reino por el rey de Aragó ni por ningún otro que en el mundo hubiese, y que entendiese que había emprendido algo de lo que se habría de arrepentir. Y de este modo regresaron los mensajeros a Palerm ante el señor rey. Y cuando el señor rey hubo oído la respuesta del rey Carles, se preparó inmediatamente, tanto por mar como por tierra, para ir a Messina.
Y los sicilianos que lo vieron prepararse le dijeron:
- Señor, ¿qué pensáis hacer?
- Quiero ir contra el rey Carles.
Dijeron los sicilianos:
- Señor, no permita Dios que vos vayáis sin nosotros.
Y cuando el rey Carles oyó esto, dijo:
- Ahora ha llegado la hora que siempre habíamos temido. Es cierto el refrán que dice que "de tal mal el hombre muere, de lo que teme". Por lo que desde hoy, mientras vivas, no podrás vivir en paz, que te enfrentas al mejor caballero del mundo y el de más coraje. Ahora, venga lo que Dios quiera, que como tal lo soportaré.
Y cuando hubo transcurrido un buen rato y hubo meditado, respondió a los mensajeros que se fuesen, que él no estaba dispuesto a desamparar su reino por el rey de Aragó ni por ningún otro que en el mundo hubiese, y que entendiese que había emprendido algo de lo que se habría de arrepentir. Y de este modo regresaron los mensajeros a Palerm ante el señor rey. Y cuando el señor rey hubo oído la respuesta del rey Carles, se preparó inmediatamente, tanto por mar como por tierra, para ir a Messina.
Y los sicilianos que lo vieron prepararse le dijeron:
- Señor, ¿qué pensáis hacer?
- Quiero ir contra el rey Carles.
Dijeron los sicilianos:
- Señor, no permita Dios que vos vayáis sin nosotros.
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