Carles d'Anjou es reuneix amb el papa Martí IV. Si el llenguatge emprat per Carles amb el papa, mentre l'acusa de ser la causa de tots els seus mals, us sembla fort, recordeu que Simon de Brie ha arribat a papa gràcies a la intervenció de Carles d'Anjou.
LXXVII
Cuando el rey Carles estuvo con el papa, le rogó que hiciese reunir a todo su consistorio, puesto que debía hablar con él y con todos los cardenales. Y tal como lo solicitó, así se cumplió. Y esto hacía el rey Carles porque fue de este modo como se le otorgó la posesión de Sicília, en presencia de todos; y entonces le prometieron socorro y ayuda. Y cuando el papa y su colegio estuvieron reunidos, el rey Carles dijo así:
- Santo Padre: vos y todo el consistorio sabéis que yo asumí la conquista de la tierra del rey Manfré en honor de la santa Iglesia, tal como entonces solicité; y vos en aquel momento, y todo vuestro colegio, prometisteis ayudarme contra cualquier persona que me la quisiera quitar, e incluso, que me proveeríais de dinero y de todo lo que necesitara. Y vos, santo padre, y todos los señores que aquí estáis, sabéis que yo he cumplido bien lo que os prometí, y no he ahorrado peligros a mi persona, ni a mis amigos, parientes o vasallos. Es cierto que el rey de Aragón, por vuestra gran culpa, ha venido contra nos en Sicília, y nos ha robado la isla de Sicília y gran parte de Calabria, y seguirá robando cada día, si Dios y vos no nos prestáis ayuda. Y ciertamente, santo padre, vos y estos otros señores, debéis apoyarme por cuatro razones señaladas. La primera razón es porque estáis de acuerdo conmigo. La segunda: porque lo que el rey de Aragón ha hecho, lo ha hecho por vuestra culpa; que debido a la cruel respuesta que disteis al noble En Guillem de Castellnou, se ha movido, tal como el que, en ausencia de la ayuda que vos le negasteis, tuvo que buscar ayuda en sus asuntos; lo que no hubiera hecho si vos le hubieseis prestado ayuda en lo que os pedía, que era justo motivo, y tan bueno, que no os diré que vos, sino todos los reyes de cristianos lo debieran haber ayudado, ya que jamás hubo rey que tan alta hazaña emprendiese, como él emprendió; y mantuvo tanto tiempo su conquista, que los cinco mejores reyes de cristianos que haya en el mundo no hubieran podido resistir. Y así, con gran culpa vuestra se ha movido y venido a Sicília; donde los sicilianos, con gran humildad, lo pidieron como señor, y vos sabéis que él tenía motivo, por razón de la reina, su esposa, y por sus hijos, para no desatenderlos. Pero si vos le hubieseis otorgado la ayuda que os pedía, nos estamos convencido que el no hubiera abandonado lo que tan bien había iniciado. Y así, santo padre, vos sois ocasión de nuestro mal, lo cual nos pesa mucho; que aunque solamente hubiésemos perdido al conde de Alençó, sobrino nuestro, fuera tan gran pérdida que no pudiera ser solucionada con nada del mundo; y aparte de su muerte, hemos perdido tantos buenos parientes, y vasallos nuestros y de nuestro sobrino el rey de França, que nunca podrán ser vengados. Y la tercera razón: que tengáis por seguro que, si inmediatamente no vais contra él y todos los que en su ayuda acudan, tanto hará, que hasta Roma llegará. Y que de castigo y de culpa absolváis a los que contra él estén y nos ayuden, y que condenéis a todos los que en su apoyo vayan, a perder todo lo que tienen; y cuando esta sentencia hayáis dado, seguramente el rey de Castilla, y el rey de Mallorques, y el rey de Anglaterra, y los otros señores cristianos del mundo, que tienen intención de apoyar al rey de Aragón, se abstendrán, que en nada se significarán, incluso, por ventura, algunos habrá que querrán ganar indulgencias; pero si no las quieren ganar, al menos no nos molestarán para nada. La cuarta razón es que del tesoro de Sent Pere nos abastezcáis para toda esta guerra a nos e incluso al rey de França, y que los amonestéis inmediatamente, con la cruzada que declararéis contra el rey de Aragó, que pienso ir contra su tierra. Y así, si estas cuatro cosas hacéis, nos iremos contra el rey de Aragón, y le quitaremos toda su tierra, y además, no podrá dar ayuda a Sicília.
- Santo Padre: vos y todo el consistorio sabéis que yo asumí la conquista de la tierra del rey Manfré en honor de la santa Iglesia, tal como entonces solicité; y vos en aquel momento, y todo vuestro colegio, prometisteis ayudarme contra cualquier persona que me la quisiera quitar, e incluso, que me proveeríais de dinero y de todo lo que necesitara. Y vos, santo padre, y todos los señores que aquí estáis, sabéis que yo he cumplido bien lo que os prometí, y no he ahorrado peligros a mi persona, ni a mis amigos, parientes o vasallos. Es cierto que el rey de Aragón, por vuestra gran culpa, ha venido contra nos en Sicília, y nos ha robado la isla de Sicília y gran parte de Calabria, y seguirá robando cada día, si Dios y vos no nos prestáis ayuda. Y ciertamente, santo padre, vos y estos otros señores, debéis apoyarme por cuatro razones señaladas. La primera razón es porque estáis de acuerdo conmigo. La segunda: porque lo que el rey de Aragón ha hecho, lo ha hecho por vuestra culpa; que debido a la cruel respuesta que disteis al noble En Guillem de Castellnou, se ha movido, tal como el que, en ausencia de la ayuda que vos le negasteis, tuvo que buscar ayuda en sus asuntos; lo que no hubiera hecho si vos le hubieseis prestado ayuda en lo que os pedía, que era justo motivo, y tan bueno, que no os diré que vos, sino todos los reyes de cristianos lo debieran haber ayudado, ya que jamás hubo rey que tan alta hazaña emprendiese, como él emprendió; y mantuvo tanto tiempo su conquista, que los cinco mejores reyes de cristianos que haya en el mundo no hubieran podido resistir. Y así, con gran culpa vuestra se ha movido y venido a Sicília; donde los sicilianos, con gran humildad, lo pidieron como señor, y vos sabéis que él tenía motivo, por razón de la reina, su esposa, y por sus hijos, para no desatenderlos. Pero si vos le hubieseis otorgado la ayuda que os pedía, nos estamos convencido que el no hubiera abandonado lo que tan bien había iniciado. Y así, santo padre, vos sois ocasión de nuestro mal, lo cual nos pesa mucho; que aunque solamente hubiésemos perdido al conde de Alençó, sobrino nuestro, fuera tan gran pérdida que no pudiera ser solucionada con nada del mundo; y aparte de su muerte, hemos perdido tantos buenos parientes, y vasallos nuestros y de nuestro sobrino el rey de França, que nunca podrán ser vengados. Y la tercera razón: que tengáis por seguro que, si inmediatamente no vais contra él y todos los que en su ayuda acudan, tanto hará, que hasta Roma llegará. Y que de castigo y de culpa absolváis a los que contra él estén y nos ayuden, y que condenéis a todos los que en su apoyo vayan, a perder todo lo que tienen; y cuando esta sentencia hayáis dado, seguramente el rey de Castilla, y el rey de Mallorques, y el rey de Anglaterra, y los otros señores cristianos del mundo, que tienen intención de apoyar al rey de Aragón, se abstendrán, que en nada se significarán, incluso, por ventura, algunos habrá que querrán ganar indulgencias; pero si no las quieren ganar, al menos no nos molestarán para nada. La cuarta razón es que del tesoro de Sent Pere nos abastezcáis para toda esta guerra a nos e incluso al rey de França, y que los amonestéis inmediatamente, con la cruzada que declararéis contra el rey de Aragó, que pienso ir contra su tierra. Y así, si estas cuatro cosas hacéis, nos iremos contra el rey de Aragón, y le quitaremos toda su tierra, y además, no podrá dar ayuda a Sicília.
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