I en aquest capítol Muntaner ens desvela la trampa ordida per Carles, amb la saníssima intenció d'aturar una guerra que troba difícil de guanyar: retar singularment Pere, un contra un, deu contra deu, cent contra cent.
LXXII
Y pensó lo siguiente: - El rey de Aragó es el hombre con más coraje que nunca naciera, desde Alexandri hasta nuestros días, y si lo retas de felonía, por haber venido a tu tierra, él se defenderá. Y finalmente continuas enviándole mensajeros que le reten; y él siempre se excusará de esto y se defenderá aceptando batalla, singular, o diez contra diez, o cien contra cien. Y lo pondrá en conocimiento del rey de Anglaterra (419). Y de este modo firmaremos duelo a día cierto sin demora. Y cuando sea confirmada la batalla y las gentes lo sepan, todos los que en este momento están soliviantados y a punto de rebelarse, cesarán y dirán: "¿Para qué nos rebelamos? Puesto que el rey de Aragón ha de ir a batalla, y si llega a ser vencido, con el ejército que el rey Carles tiene, nos convertiremos innecesariamente en mártires." Y de este modo todo el mundo quedará a la expectativa, sin moverse por ningún motivo hasta que el duelo se haya celebrado. Y aunque el duelo no se celebrara, lo mismo pasaría: que no se movería nadie.
Y así, tomada esta decisión (que fue la más sabia y más elevada que nunca pensase ningún señor en tan grave situación), eligió a sus más honrados mensajeros, y los envió al señor rey de Aragón, a Messina. Y les ordenó que ante toda la corte en pleno, tanto de su gente como de sicilianos y de otras gentes, que le hablasen y que le comunicasen que no le entregarían su mensaje salvo en presencia de todos, y cuando se reuniera el pleno de la corte, que lo retasen. Y así, dichos mensajeros llegaron a Messina, e hicieron exactamente lo que su señor les había ordenado. Y cuando hubo pleno en la corte, dijeron:
- Rey de Aragón, el rey Carles nos envía a vos, y os envía a decir, por nuestra boca, que vuestra fe no vale nada, ya que habéis entrado en sus tierras sin desafiarle previamente.
Y el señor rey de Aragó, movido de ira, respondió y dijo:
- Decid a vuestro señor que nos mandaremos hoy mensajeros que le llegarán y que en nuestro nombre le responderán, y sabrán si sale de él lo que vosotros nos habéis dicho. Y si lo confirmare, ellos le responderán, personalmente, tal como vosotros habéis comunicado este reto ante nuestra presencia. Y ahora marchaos.
Y los mensajeros, sin despedida ninguna, regresaron ante el rey Carles y le entregaron la respuesta que el rey de Aragó había hecho.
Y no transcurrieron seis horas de un día que el señor envió, es decir, el rey de Aragón, dos mensajeros en un leño armado, que fueron ante el rey Carles. Y, sin saludarlo siquiera, le dijeron:
- Rey Carles, nuestro señor el rey de Aragón nos envía a preguntaros si fuisteis vos quien ordenasteis a los mensajeros que hoy llegaron, que le comunicasen las palabras que le han dicho.
Y respondió el rey Carles:
- Quiero que sepa el rey de Aragón, y vosotros, y todo el mundo, que nos les ordenamos que las dijeran, y las volvemos a repetir ante vosotros de nuestra boca.
Y entonces los caballeros se levantaron. Y uno de ellos habló, y dijo:
- Rey, nos os respondemos, en el nombre de nuestro señor rey de Aragón, que vos mentís de vuestra garganta, que su fe permanece intacta de todo lo que haya hecho. Sin embargo declara que vuestra fe no vale nada, ya que vinisteis contra el rey Manfrè, y además matasteis al rey Corralí. Y si a esto osáis responder que no, él os lo hará confesar cuerpo a cuerpo, y él no declara nada sobre vuestra caballería, puesto que bien conoce que sois buen caballero, y os dará ventaja de armas por ser de más edad que él. Y si esto no lo queréis aceptar, combatirá con vos, diez a diez, o cincuenta a cincuenta, o cien a cien. Y estamos autorizados y prestos a firmar todo esto.
Y el rey Carles, que los oyó, se alegró mucho, ya que entendió que había logrado su propósito. Y dijo:
- Barones, estos mensajeros nuestros que hoy fueron junto con vosotros regresarán, y comprobarán si el rey está de acuerdo con lo que vosotros decís. Y si es así, pienso darle su garantía, ante todos, a nuestros mensajeros, y juro sobre los santos Evangelios, tal como rey, que él no se volverá atrás de lo que diga. Y si esto hiciere, vosotros, junto con nuestros mensajeros, volved, y haremos el mismo juramento. Y después yo tomaré mi decisión en un día, y elegiré una de las alternativas que él me ofrece; y lo que yo decida, estoy listo para mantenerlo. Y luego acordaremos él y yo, en qué campo celebraremos la batalla; y esta decisión se tomará en otro día. Y cuando hayamos acordado en qué campo se celebrará el duelo, tomaremos el mínimo tiempo necesario, para prepararnos para la batalla.
- Todo esto nos place- dijeron los embajadores.
Y enseguida se trasladaron a Messina, y acudieron ante el señor rey. Y los mensajeros del rey Carles comunicaron todo lo que su señor les había ordenado, y cuando hubieron cumplido su misión, el señor rey respondió, y dijo:
- Decidle al rey Carles que todo cuanto han dicho nuestros mensajeros, nos lo confirmamos, y para que mejor lo crea, tanto él como vosotros, yo os lo repetiré.
Y les repitió exactamente, lo que sus mensajeros habían dicho. Y entonces respondieron los mensajeros del rey Carles:
- Puesto que así lo decís, rey, dadnos vuestra garantía en presencia de todos.
Y entonces el rey tomó un par de guantes que tenía un caballero, y los arrojó en presencia de todos.
Y los mensajeros del rey Carles recogieron las garantías, e inmediatamente dijeron:
- Jurad sobre los santos Evangelios de Dios, tal como hizo nuestro rey, que vos no os retractaréis; y si lo hacéis, que quedaréis falso, vencido y perjuro.
Y el señor rey hizo traer los Evangelios, y lo juró tal como ellos requerían. Y aún dijo el señor rey:
- Si hay alguna cosa más que creáis que debo hacer, estoy firmemente dispuesto a hacerla.
Y dijeron los mensajeros:
- Esto nos parece suficiente.
E inmediatamente, regresaron a Rèjol, al rey Carles, con los mensajeros del señor rey, y le dijeron todo lo que había sucedido, y todo lo que el rey de Aragó les había dicho.
Y enseguida el rey Carles cumplió con todo lo que el rey de Aragón había dicho y hecho, tanto en cuanto a la garantía como al juramento: y los mensajeros del rey de Aragón se llevaron las garantías. Y cuando esto fue firmado, de modo que ya no se podían volver atrás, el rey Carles se sintió muy satisfecho; y lo debía estar, ya que inmediatamente se apaciguaron los que contra él se querían rebelar, de modo que se cumplió todo su plan. Y por esto la gente dice, y es verdad, que no se tiene noticia de que el rey de Aragón fuese engañado en hechos de ninguna guerra, salvo en ésta. Y esto sucedió por dos razones. La primera, que se enfrentaba con un rey con mucha experiencia y muy sabio en todos los hechos, y es muy cierto que la experiencia vale mucho en cualquier caso de este mundo; y el rey Carles había practicado largamente en guerras, y era viejo y maduro en todos sus hechos. Y el rey de Aragó andaba del mismo modo sobrado de todas las bondades y bienes y saberes; pero era joven y la sangre le hervía, y no la tenía tan fría como el rey Carles, por lo que solo pensó en el presente. Y creed que todo sabio príncipe y toda persona sea cual sea su condición debe basar su pensamiento en el tiempo pasado y en el presente y en el futuro; y si lo hace así, y siempre requiere a Dios y le ruega que esté de su parte, no se equivocará en sus decisiones. Y el señor rey de Aragó en este asunto no contempló más que dos tiempos, esto es el pasado y el futuro, y dejó de considerar el presente; que si hubiera considerado el presente, se hubiera guardado de firmar estas batallas. Que bien podía él ver que el tiempo presente era tal que el rey Carles se encontraba perdiendo toda su tierra; e incluso, estaba en tal atolladero que hubiera caído por su propio peso: que se hubiera tenido que entregar en poder del rey de Aragón, sin golpe y sin sangre: ya que toda la tierra estaba a punto de rebelarse contra él.
Por lo que, señores que oiréis este libro, decidid que en vuestros consejos haya ricoshombre, caballeros, y ciudadanos y toda otra clase de gentes, entre otros, gente anciana que hayan visto y oído y practicado largamente en su oficio; y seguramente así serán capaces de escoger el mejor entre dos bienes, y de dos males el menor. Y no me extenderé más en este asunto, puesto que todos los señores del mundo son de tan alto linaje, y son tan buenos, que, si no fuera por los malos consejeros, jamás harían nada que pudiese enojar a Dios, e incluso cuando consienten que esto ocurra, no lo hacen de motu propio, sino que otros les dicen y les hacen entender cosas que piensan que son buenas y es al contrario. Por lo que ellos, en cuanto a Dios, quedan excusados, pero los mezquinos que así los engañan y les dan a entender mal por bien, son los responsables y serán castigados en la otra vida.
NOTAS
Y así, tomada esta decisión (que fue la más sabia y más elevada que nunca pensase ningún señor en tan grave situación), eligió a sus más honrados mensajeros, y los envió al señor rey de Aragón, a Messina. Y les ordenó que ante toda la corte en pleno, tanto de su gente como de sicilianos y de otras gentes, que le hablasen y que le comunicasen que no le entregarían su mensaje salvo en presencia de todos, y cuando se reuniera el pleno de la corte, que lo retasen. Y así, dichos mensajeros llegaron a Messina, e hicieron exactamente lo que su señor les había ordenado. Y cuando hubo pleno en la corte, dijeron:
- Rey de Aragón, el rey Carles nos envía a vos, y os envía a decir, por nuestra boca, que vuestra fe no vale nada, ya que habéis entrado en sus tierras sin desafiarle previamente.
Y el señor rey de Aragó, movido de ira, respondió y dijo:
- Decid a vuestro señor que nos mandaremos hoy mensajeros que le llegarán y que en nuestro nombre le responderán, y sabrán si sale de él lo que vosotros nos habéis dicho. Y si lo confirmare, ellos le responderán, personalmente, tal como vosotros habéis comunicado este reto ante nuestra presencia. Y ahora marchaos.
Y los mensajeros, sin despedida ninguna, regresaron ante el rey Carles y le entregaron la respuesta que el rey de Aragó había hecho.
Y no transcurrieron seis horas de un día que el señor envió, es decir, el rey de Aragón, dos mensajeros en un leño armado, que fueron ante el rey Carles. Y, sin saludarlo siquiera, le dijeron:
- Rey Carles, nuestro señor el rey de Aragón nos envía a preguntaros si fuisteis vos quien ordenasteis a los mensajeros que hoy llegaron, que le comunicasen las palabras que le han dicho.
Y respondió el rey Carles:
- Quiero que sepa el rey de Aragón, y vosotros, y todo el mundo, que nos les ordenamos que las dijeran, y las volvemos a repetir ante vosotros de nuestra boca.
Y entonces los caballeros se levantaron. Y uno de ellos habló, y dijo:
- Rey, nos os respondemos, en el nombre de nuestro señor rey de Aragón, que vos mentís de vuestra garganta, que su fe permanece intacta de todo lo que haya hecho. Sin embargo declara que vuestra fe no vale nada, ya que vinisteis contra el rey Manfrè, y además matasteis al rey Corralí. Y si a esto osáis responder que no, él os lo hará confesar cuerpo a cuerpo, y él no declara nada sobre vuestra caballería, puesto que bien conoce que sois buen caballero, y os dará ventaja de armas por ser de más edad que él. Y si esto no lo queréis aceptar, combatirá con vos, diez a diez, o cincuenta a cincuenta, o cien a cien. Y estamos autorizados y prestos a firmar todo esto.
Y el rey Carles, que los oyó, se alegró mucho, ya que entendió que había logrado su propósito. Y dijo:
- Barones, estos mensajeros nuestros que hoy fueron junto con vosotros regresarán, y comprobarán si el rey está de acuerdo con lo que vosotros decís. Y si es así, pienso darle su garantía, ante todos, a nuestros mensajeros, y juro sobre los santos Evangelios, tal como rey, que él no se volverá atrás de lo que diga. Y si esto hiciere, vosotros, junto con nuestros mensajeros, volved, y haremos el mismo juramento. Y después yo tomaré mi decisión en un día, y elegiré una de las alternativas que él me ofrece; y lo que yo decida, estoy listo para mantenerlo. Y luego acordaremos él y yo, en qué campo celebraremos la batalla; y esta decisión se tomará en otro día. Y cuando hayamos acordado en qué campo se celebrará el duelo, tomaremos el mínimo tiempo necesario, para prepararnos para la batalla.
- Todo esto nos place- dijeron los embajadores.
Y enseguida se trasladaron a Messina, y acudieron ante el señor rey. Y los mensajeros del rey Carles comunicaron todo lo que su señor les había ordenado, y cuando hubieron cumplido su misión, el señor rey respondió, y dijo:
- Decidle al rey Carles que todo cuanto han dicho nuestros mensajeros, nos lo confirmamos, y para que mejor lo crea, tanto él como vosotros, yo os lo repetiré.
Y les repitió exactamente, lo que sus mensajeros habían dicho. Y entonces respondieron los mensajeros del rey Carles:
- Puesto que así lo decís, rey, dadnos vuestra garantía en presencia de todos.
Y entonces el rey tomó un par de guantes que tenía un caballero, y los arrojó en presencia de todos.
Y los mensajeros del rey Carles recogieron las garantías, e inmediatamente dijeron:
- Jurad sobre los santos Evangelios de Dios, tal como hizo nuestro rey, que vos no os retractaréis; y si lo hacéis, que quedaréis falso, vencido y perjuro.
Y el señor rey hizo traer los Evangelios, y lo juró tal como ellos requerían. Y aún dijo el señor rey:
- Si hay alguna cosa más que creáis que debo hacer, estoy firmemente dispuesto a hacerla.
Y dijeron los mensajeros:
- Esto nos parece suficiente.
E inmediatamente, regresaron a Rèjol, al rey Carles, con los mensajeros del señor rey, y le dijeron todo lo que había sucedido, y todo lo que el rey de Aragó les había dicho.
Y enseguida el rey Carles cumplió con todo lo que el rey de Aragón había dicho y hecho, tanto en cuanto a la garantía como al juramento: y los mensajeros del rey de Aragón se llevaron las garantías. Y cuando esto fue firmado, de modo que ya no se podían volver atrás, el rey Carles se sintió muy satisfecho; y lo debía estar, ya que inmediatamente se apaciguaron los que contra él se querían rebelar, de modo que se cumplió todo su plan. Y por esto la gente dice, y es verdad, que no se tiene noticia de que el rey de Aragón fuese engañado en hechos de ninguna guerra, salvo en ésta. Y esto sucedió por dos razones. La primera, que se enfrentaba con un rey con mucha experiencia y muy sabio en todos los hechos, y es muy cierto que la experiencia vale mucho en cualquier caso de este mundo; y el rey Carles había practicado largamente en guerras, y era viejo y maduro en todos sus hechos. Y el rey de Aragó andaba del mismo modo sobrado de todas las bondades y bienes y saberes; pero era joven y la sangre le hervía, y no la tenía tan fría como el rey Carles, por lo que solo pensó en el presente. Y creed que todo sabio príncipe y toda persona sea cual sea su condición debe basar su pensamiento en el tiempo pasado y en el presente y en el futuro; y si lo hace así, y siempre requiere a Dios y le ruega que esté de su parte, no se equivocará en sus decisiones. Y el señor rey de Aragó en este asunto no contempló más que dos tiempos, esto es el pasado y el futuro, y dejó de considerar el presente; que si hubiera considerado el presente, se hubiera guardado de firmar estas batallas. Que bien podía él ver que el tiempo presente era tal que el rey Carles se encontraba perdiendo toda su tierra; e incluso, estaba en tal atolladero que hubiera caído por su propio peso: que se hubiera tenido que entregar en poder del rey de Aragón, sin golpe y sin sangre: ya que toda la tierra estaba a punto de rebelarse contra él.
Por lo que, señores que oiréis este libro, decidid que en vuestros consejos haya ricoshombre, caballeros, y ciudadanos y toda otra clase de gentes, entre otros, gente anciana que hayan visto y oído y practicado largamente en su oficio; y seguramente así serán capaces de escoger el mejor entre dos bienes, y de dos males el menor. Y no me extenderé más en este asunto, puesto que todos los señores del mundo son de tan alto linaje, y son tan buenos, que, si no fuera por los malos consejeros, jamás harían nada que pudiese enojar a Dios, e incluso cuando consienten que esto ocurra, no lo hacen de motu propio, sino que otros les dicen y les hacen entender cosas que piensan que son buenas y es al contrario. Por lo que ellos, en cuanto a Dios, quedan excusados, pero los mezquinos que así los engañan y les dan a entender mal por bien, son los responsables y serán castigados en la otra vida.
NOTAS
419. Eduardo I de Inglaterra, llamado el zanquilargo “Longshanks” y también el Martillo de Escocia.
3 comentaris:
Julio, muchas gracias por tus comentarios. Pero eso de que "Hacía tiempo que, por motivos de trabajo ...", me ha gustado mucho. Me recuerda el comentario que me hizo hace poco un antiguo compañero mío. Me dijo lo siguiente:
"Con la de cosas que hacemos ahora, cómo era posible que antes tuviéramos tiempo para trabajar".
Un fuerte abrazo.
Querido amigo tu petición para el cuento o relato del proyecto solidario lo he colgado en el servidor del Foro del Club de los Jueves. Espero que la gente pueda participar y yo de momento como estoy bastante liado no puedo pero he puesto la dirección del servidor y lo he comprobado y funciona, así que los miembros que quieran y puedan estaran allí.Espero por lo menos aunque no pueda escribir el relato por lo menos poder haber ayudado en algo.
Cuidate.
Buen fin de semana, amigo, y gracias por esta otra excelente crónica.
Sahha.
Daniel.
Publica un comentari a l'entrada