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Charles Darwin quotation

Ignorance more frequently begets confidence than does knowledge: it is those who know little, and not those who know much, who so positively assert that this or that problem will never be solved by science

Jean-Baptiste Colbert quotation

L'art de l'imposition consiste à plumer l'oie pour obtenir le plus possible de plumes avec le moins possible de cris

Somebody quotation

El miedo es la via perfecta hacia el lado oscuro. El miedo lleva a Windows, Windows a la desesperacion, esta al odio hacia Bill Gates y ese odio lleva a LINUX

Vares Velles

Vares Velles
Al Tall

Això és Espanya (vara seguidilla) per Al Tall

dissabte, 3 de gener del 2009

Crònica de Ramon Muntaner (CXIII)

Batalla naval de Nàpols.

Roger de Llòria, fent veure que fuig, fa sortir alegrement a mar obert la flota napolitana, la qual desfà.

Captura i empresonament a Messina del príncep Carles el Coix, fill de Carles d'Anjou. Rescat de la la germana de la reina Costança, empresonada a Nàpols.


CXIII


En cuanto el almirante hubo reparado las cuarenta galeras que el señor infante le ordenó preparar, y tuvo todas las tripulaciones listas, y sus oficiales (de acuerdo con lo dispuesto: que hubiese tantos oficiales latinos como catalanes, y que los ballesteros fueran todos catalanes y con experiencia y estuvieran enrolados en todas las galeras, salvo en seis galeras ligeras trirremes que había), hizo cargar el pan y todo lo necesario en las galeras. Y cuando las galeras fueron abastecidas de todo lo necesario, el señor infante ordenó al almirante que hiciese embarcar la gente, con la gracia de Dios. Y enseguida sonó la trompeta por la ciudad y la gente se embarcó con buen ánimo y talante.

Y cuando hubieron embarcado, el almirante fue a despedirse de madona la reina y de los infantes. Y madona la reina lo persignó y lo bendijo. Y el señor infante llevó a un aparte al almirante y le dijo:

- Nos hemos decidido que pongáis rumbo a Nàpols, y que hagáis de modo, si es posible, que toméis Iscle (556); que si la isla de Iscle cayera en nuestro poder, pronto destruiríamos Nàpols.

Y respondió el almirante:

- Señor, hacednos la señal de la cruz y bendecidnos, y dejadnos ir, que ciertamente, con la voluntad de Dios, haremos tales hazañas, que siempre se hablará de ellas.

Y tras esto el almirante le besó la mano, y se despidió de él y del señor infante En Frederic y de todos los otros; y con la gracia de Dios embarcó.

Y cuando hubieron embarcado, eran cuarenta galeras y cuatro leños armados, y cuatro barcas armadas. Y dijeron las palabras de despedida y partieron en buena hora. Y costearon (557) la Calabria; y en aquella ocasión tomaron la Escalea (558). Y encontraron en el puerto de Santo Nicolò de la Escalea (559) cuatro naves y muchas taridas que cargaban astillas de remos y árboles, y entenas de galeras y de leños, para llevar a Nàpols; y el almirante las capturó todas y las envió a Messina. Y después tomó Amantea, y Xomofred, y Santo Noixent, y el Citrar y la ciudad de Policastre la saqueó y la quemó toda; y después tomó Castellabat (560). Y en cada uno de estos lugares dejó guarnición.

Y creed que una vez supieron los calabreses que la batalla de Bordeu no se había celebrado, se rendían con escaso combate; ya que todos tenían el corazón y la voluntad con el señor rey de Aragón y odiaban a muerte a los franceses. Y a las claras lo demostraban, y lo demostrarán cuando el señor infante pase a Calabria, que no están esperando otra cosa sino que el señor infante pase de una vez.

Y cuando el almirante hubo tomado todo esto, llegaron las nuevas a Nàpols, al príncipe (561) que quedó muy apenado. Y el almirante puso rumbo a Nàpols, siempre a la escucha de noticias, y cuando llegó frente a Nàpols, dispuesto y en orden de batalla, con las galeras escalonadas, y ellos armados y listos, se acercó al muelle a distancia de dos tiros de ballesta. Y hubiera podido acercarse todavía más, ya que no había quien se les opusiera; pero él actuó sensatamente, para no impedirles subir en las galeras; que él deseaba que armaran todas las galeras que tenían, y se combatiesen contra él.

Y cuando los de Nàpols vieron acercarse las galeras al muelle, hubierais contemplado gritos y alertas, y repicar de campanas en Nàpols, que parecía que chocaban cielo y tierra. Y el príncipe, con toda su caballería, acudió al muelle, e hizo tocar la trompeta y llamar, bajo pena de muerte, a toda la gente para que subiese en las galeras; y en vano gritaban, que nadie quería embarcar. Y cuando el príncipe vio esto, movido de ira, él, personalmente, subió el primero en las galeras. Y cuando los condes y barones, y caballeros y ciudadanos, y resto de la gente vieron al príncipe embarcado en las galeras, movidos de vergüenza, empezaron a subir a las citadas galeras, cada cual con sus armas y bien pertrechados. ¿Qué os diré? Que armaron treinta y ocho galeras, y muchos leños y muchas barcas.

Y cuando estuvieron armadas, empezaron a bogar hacia el almirante. Y el almirante aparentó que huía, y empezó a salir de puerto, de modo que las tuviese donde no pudiese escapar ni una; y en cuanto vio que los tenía en alta mar, giró contra ellos. Y ellos, que lo vieron rolar, perdieron inmediatamente el coraje con que la perseguían, y levantaron los remos. Y el almirante hizo otro tanto; y amarró una galera con otra y se puso en orden de batalla. y cuando esto hubieron hecho, se atacaron unas galeras a otras; y si en ningún tiempo hubo una fuerte batalla en el mar, ésta lo fue, que ni la batalla de Malta ni la batalla de los condes se le pudo comparar. ¿Qué os diré? Que la batalla duró desde la hora de tercia hasta la hora de vísperas. Pero contra la voluntad de Dios y de su poder, nada puede durar; y el poder y la voluntad de Dios estaba y está con el señor rey de Aragón y con los suyos; por lo que el ejército del rey Carles y el del príncipe eran nada contra él.

Y por esto nuestro señor verdadero Dios, dio ánimo al almirante y a sus gentes, y todos a una gritaron: - Aragó, Aragó y Sicília! Vía sus! Vía sus! (562)-. Y con aquel vigor hundieron más de treinta galeras. Y aún cuando las hubieron echado a pique, no pudieron capturar la galera del príncipe ni las que a su alrededor navegaban: pues había tantos honrados hombres de linaje, y todos querían morir antes que ver al príncipe preso. Pero, ¿de qué valió? Al final no pudieron resistir, y murieron la mayor parte de los condes y barones y hombres de linaje que había; así que la galera del príncipe quedó sola aunque nadie podía capturarla. Y entonces el almirante redobló sus esfuerzos y su poder, y gritó: - Vergüenza! Vergüenza!-. Así que todo el mundo empezó a abordar la galera del príncipe, y desalojaron la proa; y el almirante subió, empuñando la espada. Y cuando estaban en el centro de la galera, hubierais visto lances de armas, y tomar y dar estocadas, que era una maravilla; de modo que todos los que se encontraban sobre cubierta de la galera del príncipe, murieron.

Y el almirante llegó ante el príncipe, quien se defendía mejor que nunca lo hiciera rey ni príncipe, ni cualquier caballero; y tan bien se defendía que no había nadie que se atreviese a acercarse al alcance de sus mandobles. Y es seguro que prefería morir a vivir, de tanta rabia como tenía. Así que hubo algunos caballeros del almirante que se acercaron con las lanzas en la mano, y pretendían atacarlo, pero el almirante les gritó:

- Barones, no sea! Que este es el príncipe y lo preferimos vivo a muerto.

Y así el príncipe, viendo esto, y que de nada valía su defensa, se rindió al almirante. Y así todos acabaron muertos o presos.

Y en cuanto acabó la batalla, el almirante dijo al príncipe:

- Si queréis vivir, tenéis que hacer dos cosas inmediatamente; y si no las hacéis, tened por seguro que ahora será vengada la muerte de Corralí.

Y el príncipe respondió, y dijo al almirante:

-¿Qué es lo que queréis que haga? Que si puedo, voluntariamente lo haré.

- Yo - dijo el almirante- quiero que me entreguéis a la hija del rey Manfrè, hermana de madona la reina de Aragón, que vos matenéis presa aquí, al Castell de l'Ou, junto con las doncellas y damas que queden vivas; y que me entreguéis el castillo y la villa de Iscle.

Y el príncipe respondió que lo haría de buen grado; e inmediatamente envió a un caballero suyo a tierra, con un leño armado, y condujo a madona la infanta, hermana de madona la reina, con cuatro doncellas y dos mujeres viudas. Y el almirante las recibió con gran alegría, y se arrodilló y, llorando, le besó la mano a madona la infanta.

Y una vez hecho esto, puso rumbo a Iscle con todas las galeras; y cuando llegaron a Iscle, encontraron que había gran duelo, porque la mayor parte de la gente de Iscle habían sido muertos y capturados en la batalla. Y el príncipe ordenó que el castillo y la villa se rindieran al almirante; y enseguida, sin hacerse de rogar, lo hicieron, a fin de poder recobrar a sus amigos que quedaban presos en las galeras. Y el almirante recibió el castillo y la villa, y dejó cuatro galeras bien armadas, y dos leños, y unos doscientos hombres de otras armas; e hizo desembarcar de las galeras a todos los presos que había de Iscle, y los dejó libres sin redención, y les hizo vestir con la ropa de los otros, y las gentes de Iscle quedaron muy satisfechas.

Y cuando hubo hecho esto, ordenó al que había nombrado capitán de las galeras, que no dejase salir ni entrar a nadie en Nàpols, si no era con autorización por escrito; y que a los que entraran les fijara un impuesto por nave, o leño, o por la ropa; y a los que salieran, que pagasen un florín de oro por bota de vino, y dos florines por bota de aceite; y del resto de mercancías, por cada cosa un tributo. Y así se cumplió, y todavía más; que de tal modo lo montaron, que el capitán de Iscle tenía su apoderado en Nàpols, el cual recibía el tributo de todas las cosas mencionadas, y para poder salir necesitaban todos su albarán; de otro modo se les capturaba y perdían la nave, o el leño o las mercancías. Así que éste fue el mayor honor que nunca un rey tuvo sobre otro, que el señor rey de Aragó tuvo sobre el rey Carles; y el rey Carles tuvo que sufrirlo por las gentes de Nàpols, las cuales en caso contrario se hubieran consumido sin poder vender sus mercancías, ni sacarlas de la ciudad.

Y cuando hubo dispuesto todo esto, el almirante puso rumbo a la isla de Pròixida (563) y a la isla de Capri (564); y en cada una de estas islas él obtuvo buen botín. Y de igual modo que los de Iscle habían rendido homenaje al señor rey de Aragón, también los de Pròixeda (565) y los de Capri le rindieron homenaje; y él les devolvió los prisioneros que tenía de cada uno de estos lugares. Y cuando esto acabó, el almirante envió un leño armado a Catalunya, al señor rey de Aragón, y otro a Sicília, para dar a conocer esta buena nueva; y Dios nos dé tal gozo como en cada uno de estos lugares hubo. Y así como el señor rey de Aragón, y toda Catalunya, y Aragón, y todo el reino de Valencia sintieron gran alegría, y madona la reina y los infantes, y toda Sicília, igual de grande fue el dolor que el rey Carles sintió cuando le alcanzaron las noticias en Roma, donde se encontraba con el papa y con todos los que de su parte estaban; pero la facción gibelina sintió gran alegría y placer.

Y cuando los leños armados hubieron partido del almirante, el mismo Señor que les había otorgado la victoria les dio tan buen tiempo que en pocos días llegaron a Messina. Y cuando estuvieron en la Torreta (566) el gozo y la alegría se extendieron a Messina, los mayores que nunca hubiera; y los infantes salieron con toda la caballería, a caballo, a la Font de l'Or, y todo el pueblo de Messina con ellos. Y el almirante con sus galeras arrastraba por la popa a las otras, y arrastraba sus señeras; y cuando estuvo ante la Font de l'Or, y vio que allí se encontraban los infantes, se acercó a tierra en una barca. Y los infantes que lo vieron saltar a tierra, se acercaron al almirante; y el almirante se llegó a ellos, y les besó la mano, y cada uno de ellos desmontó y lo besaron en la boca. Y cuando esto acabó, el almirante pidió al señor infante En Jacme qué ordenaba que hiciese con el príncipe; y el señor infante respondió:

- Subid a las galeras y celebrad vuestra fiesta; y nos llegaremos a palacio antes que vos, para recibir a la infanta nuestra tía. Y celebraremos consejo, con vos y con los otros consejeros, sobre qué haremos con el príncipe y con los otros prisioneros.

Y así el almirante subió en las galeras; y con gran gozo y alegría entró por el puerto de Messina, y fue ante palacio y entonó el laudes, y toda Messina le respondía. Así que gran gloria había entre los que bien querían a la casa de Aragón y gran dolor para sus contrarios.

Y cuando el laudes acabó, el almirante dispuso una escalera y bajó a tierra en la Duquena, en el puente; y madona la reina y los infantes le salieron al encuentro. Y los infantes subieron en las galeras, y recibieron a su tía con gran gozo y alegría, y con ella bajaron la escalera. Y había dispuesto cuatro escaleras emparejadas y unidas por tablones de madera; de modo que madona la infanta y los dos infantes que iban a su lado, bajaron a la par por la escalera. Y cuando estuvieron al pie de la escala, madona la reina y su hermana corrieron a abrazarse; y estuvieron tan estrechamente abrazadas, besándose y llorando, que nadie las podía separar, y gran piedad sentían aquellos que las contemplaban. Y no era asombroso, que desde que habían perdido al buen rey Manfrè, su padre, y a la reina su madre no se habían vuelto a ver, y el rey Carles había matado a sus tíos el rey Corralí, y el rey Enç, y a muchos otros parientes a los que echaban de menos. Y finalmente los infantes y el almirante las pudieron separar; y ambas, cogidas de la mano, subieron a palacio, donde fue muy grande la fiesta que se les hizo. Y fue preparada la comida muy ricamente y todos fueron servidos. Y antes de comer, el señor infante ordenó al almirante que encerrase al príncipe en el castillo de Matagrifó; y a los condes y barones, que los entregase a manos de caballeros para que los vigilasen y los retuviesen cada cual en sus propia casa; y al resto de prisioneros que los encerrasen en cárceles comunes. Y tal como el señor infante lo ordenó, así se cumplió en dos días.

Después, cuando acabó la fiesta, el señor infante envió a llamar a todos los ricoshombre de Sicília, y caballeros y ciudadanos y hombres de villa y de aldeas, para que de cada lugar acudiesen los síndicos que ostentasen el poder; y les dio de plazo dos meses a partir de la fecha de las cartas para que acudiesen a Messina. Y el motivo de darles tan largo plazo fue el poder dar tiempo a un mensajero para ir y regresar ante el señor rey, en Catalunya, y que el señor rey ordenase qué le placía que hiciesen con el príncipe y con los otros prisioneros de linaje, que en cuanto al resto, madona la reina los hizo liberar y devolver a su tierra, como ya había hecho anteriormente.

E inmediatamente el señor infante y el almirante prepararon una galera y dos caballeros, que enviaron al señor rey de Aragó, por la que le hacían saber que habían encerrado al príncipe en Matagrifó, bajo buena guardia, y le solicitaban qué ordenaba que se hiciera, y asimismo de los condes y de los barones; y le enviaban una lista por escrito con los nombres de todos ellos. Y de este modo zarpó la galera; y encontró al señor rey en Barcelona, quien ya tenía noticias a través del leño que el almirante le había enviado en cuanto acabó la batalla (y por eso había venido a Barcelona, ya que imaginaba que en breve recibiría otros mensajeros de Sicília). Y cuando llegaron a Barcelona, saludaron; y había tanta gente en la playa, que parecía que todo el mundo hubiera acudido.

Y enseguida los mensajeros salieron a tierra y acudieron a palacio, ante el señor rey, y le besaron el pie y la mano; y luego le entregaron las cartas que traían, y le dijeron su mensaje. Y el señor rey los recibió con gran fiesta, e hizo dar gran refresco a la galera. Y los despidió ese mismo día, de modo que a la mañana siguiente partieron y en pocos días llegaron a Messina, donde encontraron a madona la reina y a los infantes, y al almirante, y les dieron las cartas que el señor rey les enviaba. Qué les hacía saber, no os lo puedo decir; pero de lo que se siguió en adelante, se puede ver que lo que el señor infante hizo con el príncipe y con los otros, lo hizo de acuerdo con las órdenes recibidas del señor rey. Que tanta sabiduría demostró, que todo el mundo pudo comprender que había salido al señor rey tanto en sabiduría como en el resto.


NOTAS


556. Isla de Ischia. Frente a Nápoles.

557. Costear. Ir navegando sin perder de vista la costa.

558. Scalea.

559. San Nicola Arcella.

560. Castellabate.

561. Se trata del hijo de Carlos de Anjou, Carlos el Cojo.

562. Vía sus! Grito de combate, que significa contra ellos.

563. Isla de Procita. Frente a Nápoles.

564. Isla de Capri. Frente a Sorrento.

565. Procita.

566. Torre Faro. Sicilia.

1 comentari:

Daniel Yanez-Gonzalez ha dit...

Un abrazo, amigo Julio. ¡Menudo esfuerzo el de hoy! Tus lectores, anónimos o no, te lo agradecemos de todo corazón.

Saha.

Daniel.