Mort Berenguer d'Entença, sense Ferran Eixemenis que se n'ha anat a servir l'emperador, Bernat de Rocafort fa la seua última jugada, es nega a reconéixer-se vassall de Frederic de Sicília a través de l'infant Ferran de Mallorca, cosa que obliga a aquest últim a retornar. Muntaner, desenganyat, decideix tornar amb ell, no sense abans fer les gestions necessàries per a què els partidaris de n'Eixemenis o els d'en Berenguer puguen abandonar les tropes d'en Rocafort sense represàlies.
CCXXXIII
Y cuando el señor infante contempló sus galeras, sintió gran alegría; e hizo reunir consejo general, y les preguntó que a qué acuerdo habían llegado: si lo querían recibir como señor en nombre del señor rey de Sicília, él se quedaría con ellos; de otro modo, se marcharía. Y En Rocafort, que ya estaba más seguro, puesto que En Berenguer d'Entença había muerto y En Ferran Xemenis ya no estaba, hizo abundar a la compañía en aquel acuerdo: que de ninguna forma lo recibirían en nombre del rey de Sicília, sino por sí mismo.
De modo que el señor infante se despidió de ellos, y embarcó en sus galeras, y llegó a una isla que se llama el Taix (950), que está a unas seis millas de aquel lugar. Y quiso la casualidad que aquel mismo día yo hubiese llegado con toda mi compañía a aquella isla, sin tener ninguna noticia de la hueste. Y encontré allí al señor infante, que se alegró mucho y me contó todo lo ocurrido, lo que mucho me entristeció y a todos los que conmigo venían. Y así el señor infante me requirió, en nombre del señor rey de Sicília y en el suyo propio, que no lo abandonase; y le dije que yo estaba listo para cumplir todas sus órdenes, ya que lo tenía por mi señor, pero le rogué que esperase en la isla del Taix, mientras yo, con toda la gente que conducía, me acercarba a la compañía. Y me dijo que le placía.
Y yo, acto seguido, con todas las treinta y seis velas, fui a donde se encontraba la compañía, a la que encontré a una jornada de Cristòfol. Y cuando estuve con ellos, antes de salir a tierra, hice proteger a todos los hombres, y mujeres y niños, y todo lo que era de En Berenguer d'Entença y de su compañía, y otro tanto con lo que era de En Ferran Xemenis; y luego bajé a tierra. Y todos los que quisieron ir a donde se encontraba En Ferran Xemenis, fueron, y los hice acompañar de cien turcos a caballo, y con otros tantos turcoples, y cincuenta cristianos, y les presté carros para que llevaran la ropa. Y los que quisieron permanecer con la hueste, se quedaron; y a los que no quisieron quedarse les di barcas que les llevaran a Negrepont (951), a salvo.
Y cuando hube dado término a todo esto, y hecho detenerse a la hueste durante dos días, hice reunir consejo general y les reprendí por todo lo que había sucedido, y les recordé cuánto debían a aquel ricohombre al que habían matado, y a En Ferran Xemenis, que por su honor había abandonado el ducado de Atenes, que tanto honor le rendía. Y en presencia de todos les entregué el sello de la comunidad que obraba en mi poder, y todos los libros; y les dejé a los escribanos, y me despedí de todos. Y todos me rogaron que no me separara de ellos; y sobre todos ellos los turcos y los turcoples que acudieron a mí llorando, rogando que no los abandonase, que ellos me tenían como a un padre. Y cierto es que ellos no me llamaban más que el "catà", que quiere decir en turquesco, "padre"; así que a mí me entró mayor añoranza de ellos ya que bajo mi poder habían acudido; y siempre habían tenido mayor fe en mí que en ninguna otra persona cristiana de la hueste. Y yo les dije que por nada del mundo podía quedarme, ya que no podía defraudar al infante, que era mi señor, así que, finalmente, me despedí de todos y con un leño armado que era de mi propiedad, de setenta y dos remos, y dos barcas armadas, me separé de ellos y me fui al Taix, donde encontré al señor infante que me esperaba.
Y cuando hube partido de la compañía, ésta cruzó el paso de Cristòfol con grandes trabajos, y luego llegaron a un cabo que se llama Casserandria (952), que es un cabo de mar a veinte millas de la ciudad de Salònic. Y en aquel cabo, a la entrada, acamparon, y desde allí hacían incursiones a la ciudad de Salònic y por todo el país, ya que habían encontrado tierra nueva. Y empezaron a consumir aquella región, tal como habían hecho en la de Gal·lípol, y Contastinoble y Andrinople (953).
Y así dejaré de hablaros de la compañía y os contaré una bella aventura que me sucedió en Gal·lípol, que no podría dejar de contaros.
NOTAS
De modo que el señor infante se despidió de ellos, y embarcó en sus galeras, y llegó a una isla que se llama el Taix (950), que está a unas seis millas de aquel lugar. Y quiso la casualidad que aquel mismo día yo hubiese llegado con toda mi compañía a aquella isla, sin tener ninguna noticia de la hueste. Y encontré allí al señor infante, que se alegró mucho y me contó todo lo ocurrido, lo que mucho me entristeció y a todos los que conmigo venían. Y así el señor infante me requirió, en nombre del señor rey de Sicília y en el suyo propio, que no lo abandonase; y le dije que yo estaba listo para cumplir todas sus órdenes, ya que lo tenía por mi señor, pero le rogué que esperase en la isla del Taix, mientras yo, con toda la gente que conducía, me acercarba a la compañía. Y me dijo que le placía.
Y yo, acto seguido, con todas las treinta y seis velas, fui a donde se encontraba la compañía, a la que encontré a una jornada de Cristòfol. Y cuando estuve con ellos, antes de salir a tierra, hice proteger a todos los hombres, y mujeres y niños, y todo lo que era de En Berenguer d'Entença y de su compañía, y otro tanto con lo que era de En Ferran Xemenis; y luego bajé a tierra. Y todos los que quisieron ir a donde se encontraba En Ferran Xemenis, fueron, y los hice acompañar de cien turcos a caballo, y con otros tantos turcoples, y cincuenta cristianos, y les presté carros para que llevaran la ropa. Y los que quisieron permanecer con la hueste, se quedaron; y a los que no quisieron quedarse les di barcas que les llevaran a Negrepont (951), a salvo.
Y cuando hube dado término a todo esto, y hecho detenerse a la hueste durante dos días, hice reunir consejo general y les reprendí por todo lo que había sucedido, y les recordé cuánto debían a aquel ricohombre al que habían matado, y a En Ferran Xemenis, que por su honor había abandonado el ducado de Atenes, que tanto honor le rendía. Y en presencia de todos les entregué el sello de la comunidad que obraba en mi poder, y todos los libros; y les dejé a los escribanos, y me despedí de todos. Y todos me rogaron que no me separara de ellos; y sobre todos ellos los turcos y los turcoples que acudieron a mí llorando, rogando que no los abandonase, que ellos me tenían como a un padre. Y cierto es que ellos no me llamaban más que el "catà", que quiere decir en turquesco, "padre"; así que a mí me entró mayor añoranza de ellos ya que bajo mi poder habían acudido; y siempre habían tenido mayor fe en mí que en ninguna otra persona cristiana de la hueste. Y yo les dije que por nada del mundo podía quedarme, ya que no podía defraudar al infante, que era mi señor, así que, finalmente, me despedí de todos y con un leño armado que era de mi propiedad, de setenta y dos remos, y dos barcas armadas, me separé de ellos y me fui al Taix, donde encontré al señor infante que me esperaba.
Y cuando hube partido de la compañía, ésta cruzó el paso de Cristòfol con grandes trabajos, y luego llegaron a un cabo que se llama Casserandria (952), que es un cabo de mar a veinte millas de la ciudad de Salònic. Y en aquel cabo, a la entrada, acamparon, y desde allí hacían incursiones a la ciudad de Salònic y por todo el país, ya que habían encontrado tierra nueva. Y empezaron a consumir aquella región, tal como habían hecho en la de Gal·lípol, y Contastinoble y Andrinople (953).
Y así dejaré de hablaros de la compañía y os contaré una bella aventura que me sucedió en Gal·lípol, que no podría dejar de contaros.
NOTAS
950. Thásos. Isla griega frente a Kavala.
951. Negroponte. Nombre veneciano de la actual Evvoia. Isla griega junto al Ática.
952. Península de Kassándra, cerca de Thessalóniki (Salónica)
953. Adrianópolis
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