La Companyia continua amb les seues disputes internes. En Rocafort li fa el buit a misser Tibaud, amb la idea d'acabar fent-lo fora i proclamar-se rei. Però M. Tibaud li guanya la partida i acaba empresonant-lo i enduent-se'l amb ell a Nàpols, on Rocafort acabarà morint de fam, cosa que a Muntaner no li sap gens de mal:
"E aixi podets vaer q qui mal fa nol se lunya de si e hon en major grau es lom, e pus pacient, e pus dreturer deu esser"
"E aixi podets vaer q qui mal fa nol se lunya de si e hon en major grau es lom, e pus pacient, e pus dreturer deu esser"
CCXXXIX
Cuando En Rocafort hubo confeccionado el sello con el caballero con la corona de oro, se hizo con el mando de la hueste, ya que obedecían menos a En Tibaud de Cipoys que a un sargento; de forma que éste se dolió mucho y se tuvo por muy escarnecido. Y En Rocafort se comportaba de la siguiente forma, que nadie moría en la hueste, que él no se quedase con todo lo que tenía; por otra parte, si alguien tenía una hija hermosa, o una amiga hermosa, era obligatorio para él poseerla; así que no sabían lo que se hacían. Y al fin los jefes de la compañía acudieron en secreto a En Tibaud de Cipoys, y le dijeron que qué consejo les daba sobre En Rocafort, que ya no lo podían aguantar. Y él respondió que no les podía dar ninguna ayuda, que él era señor; pero que si querían obrar correctamente, que pensaran qué podían hacer por ambas partes, En Rocafort y ellos. Y esto decía En Tibaud porque creía que lo querían traicionar y complicar. Y así En Tibaud fue a En Rocafort, y en un aparte, lo reprendió; pero él no se lo agradeció de ninguna forma.
Y En Tibaud había enviado a su hijo a Venecia, para que le armaran seis galeras, y lo estaba esperando con ellas. Y al cabo de poco tiempo arribaron, con su hijo, que era el capitán; y cuando las galeras arribaron, él se tuvo por seguro. Y envió a decir a los jefes de las compañías, en secreto, y a preguntarles qué habían pensado sobre aquel asunto, o si habían decidido algo sobre Rocafort. Y ellos le dijeron que consideraban conveniente que misser Tibaud convocase consejo general, y que cuando estuviesen en el consejo, ya le comunicarían todo lo pertinente, y lo prenderían y se lo entregarían. Y así se hizo. Por lo que, para su desgracia, al día siguiente, cuando estaban en el consejo, lo provocaron a discusión, y en la discusión lo prendieron, y lo libraron a En Tibaud; e hicieron la mayor tontería que nunca nadie hiciese, librándolo a esta persona, que si querían tomar venganza, mejor que se la hubieran tomado personalmente.
¿Qué os diré? Que cuando misser Tibaud tuvo en su poder a En Bernat de Rocafort y a N'Humbert hermano suyo (ya que su tío, En Dalmau de Sent Martí había muerto hacía poco, de enfermedad), los jefes de compañía corrieron al albergue y a las cajas de En Rocafort, y encontraron tantas pérperas de oro, que repartieron trece pérperas por cabeza; y así le saquearon todo cuanto tenía. Y cuando En Tibaud tuvo a En Rocafort y a su hermano, se embarcó una noche sigilosamente con su compañía en las galeras, llevando consigo presos a En Rocafort y a su hermano; e inmediatamente batió remos y zarpó sin despedirse de nadie. Y cuando llegó la mañana, la compañía que no encontró a misser Tibaud, y vieron que se había marchado y que se había llevado a En Rocafort y a su hermano, quedaron muy dolidos y se entristecieron de lo que habían hecho. Y se movió entre ellos un gran griterío, y tomaron las armas y alancearon a catorce jefes de compañía que habían consentido aquello. Y luego eligieron a dos a caballo, y un adalid, y un almogatén, para regirse hasta que eligiesen un jefe. Y así estuvieron de este modo, dirigiendo la hueste estos cuatro, con el consejo de los doce.
Y En Tibaud de Cipoys fue hasta Nàpols, y allí libró a En Rocafort y a su hermano al rey Robert, y allí los odiaban con toda el alma, porque no habían querido rendir sus castillos como habían hecho los otros. Y cuando el rey Robert los tuvo en su poder, a ambos hermanos, los envió al castillo de Avers; y los encerró en una mazmorra, y los dejó morir de hambre, puesto que desde que entraron no les dio de comer ni de beber. Y así podéis ver que quien mal hace, consigo lo llevará, y que cuanto más poder tiene un hombre más paciente y recto debe ser.
Ahora dejaré de hablar de En Rocafort, que ya ha cumplido su tiempo, y volveré a hablaros de la compañía.
Y En Tibaud había enviado a su hijo a Venecia, para que le armaran seis galeras, y lo estaba esperando con ellas. Y al cabo de poco tiempo arribaron, con su hijo, que era el capitán; y cuando las galeras arribaron, él se tuvo por seguro. Y envió a decir a los jefes de las compañías, en secreto, y a preguntarles qué habían pensado sobre aquel asunto, o si habían decidido algo sobre Rocafort. Y ellos le dijeron que consideraban conveniente que misser Tibaud convocase consejo general, y que cuando estuviesen en el consejo, ya le comunicarían todo lo pertinente, y lo prenderían y se lo entregarían. Y así se hizo. Por lo que, para su desgracia, al día siguiente, cuando estaban en el consejo, lo provocaron a discusión, y en la discusión lo prendieron, y lo libraron a En Tibaud; e hicieron la mayor tontería que nunca nadie hiciese, librándolo a esta persona, que si querían tomar venganza, mejor que se la hubieran tomado personalmente.
¿Qué os diré? Que cuando misser Tibaud tuvo en su poder a En Bernat de Rocafort y a N'Humbert hermano suyo (ya que su tío, En Dalmau de Sent Martí había muerto hacía poco, de enfermedad), los jefes de compañía corrieron al albergue y a las cajas de En Rocafort, y encontraron tantas pérperas de oro, que repartieron trece pérperas por cabeza; y así le saquearon todo cuanto tenía. Y cuando En Tibaud tuvo a En Rocafort y a su hermano, se embarcó una noche sigilosamente con su compañía en las galeras, llevando consigo presos a En Rocafort y a su hermano; e inmediatamente batió remos y zarpó sin despedirse de nadie. Y cuando llegó la mañana, la compañía que no encontró a misser Tibaud, y vieron que se había marchado y que se había llevado a En Rocafort y a su hermano, quedaron muy dolidos y se entristecieron de lo que habían hecho. Y se movió entre ellos un gran griterío, y tomaron las armas y alancearon a catorce jefes de compañía que habían consentido aquello. Y luego eligieron a dos a caballo, y un adalid, y un almogatén, para regirse hasta que eligiesen un jefe. Y así estuvieron de este modo, dirigiendo la hueste estos cuatro, con el consejo de los doce.
Y En Tibaud de Cipoys fue hasta Nàpols, y allí libró a En Rocafort y a su hermano al rey Robert, y allí los odiaban con toda el alma, porque no habían querido rendir sus castillos como habían hecho los otros. Y cuando el rey Robert los tuvo en su poder, a ambos hermanos, los envió al castillo de Avers; y los encerró en una mazmorra, y los dejó morir de hambre, puesto que desde que entraron no les dio de comer ni de beber. Y así podéis ver que quien mal hace, consigo lo llevará, y que cuanto más poder tiene un hombre más paciente y recto debe ser.
Ahora dejaré de hablar de En Rocafort, que ya ha cumplido su tiempo, y volveré a hablaros de la compañía.
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