Dissabte, 6 de juny de 1305, primera batalla contra les tropes de xor Miqueli, fill de l'emperador grec, i primera victòria. Com podem comprovar l'atac no conté cap estratègia, únicament la desesperació d'estar lluitant contra un enemic molt superior en nombre.
Quant al resultat... bé, en aquella època els agradava exagerar una mica:
"E lendema, reconeguem nostra companya, e no trobam que haguessem perdut mas un hom a cavall, e dos dapeu e anam llevar lo camp. E segurament tota hora trobam que hagrem morts be VI milia homens a cavall, e mes de XX milia dapeu, e aço fo yra de Deus, que vench sobrells."
Quant al resultat... bé, en aquella època els agradava exagerar una mica:
"E lendema, reconeguem nostra companya, e no trobam que haguessem perdut mas un hom a cavall, e dos dapeu e anam llevar lo camp. E segurament tota hora trobam que hagrem morts be VI milia homens a cavall, e mes de XX milia dapeu, e aço fo yra de Deus, que vench sobrells."
CCXX
Y cuando llegó el viernes a hora de vísperas, veintitrés días antes de la fiesta de sant Pere de junio (928), nos reunimos todos con nuestras armas ante la puerta de hierro del castillo. E hice subir a la torre maestra a diez hombres y a un marinero, llamado Bernat de Ventaiola, que era de Llobregat; y recitó los laudes del bienaventurado sant Pere de Roma, y todos le respondieron con lágrimas en los ojos. Y cuando hubo acabado los laudes, se levantó con la señera de sent Pere, y todos comenzaron a gritar "Salve Regina". Y hacía un día claro y con buen tiempo, en el que no había una sola nube en el cielo; y en cuanto se izó la señera, una nube se situó sobre nosotros, y nos cubrió de lluvia mientras permanecíamos arrodillados, y duró tanto como tardamos en cantar el "Salve Regina". Y cuando éste acabó, el cielo volvió a quedar tan raso como antes, y todos sentimos una gran alegría.
Y dispusimos que aquella noche todo el mundo se confesase, y al día siguiente, de madrugada, que comulgase, y cuando saliese el sol, y los enemigos viniesen a justar, que todo el mundo estuviese listo para atacar. Y así lo hicimos. Y encomendamos la señera del señor rey de Aragó a En Guillem Peris de Caldes, caballero de linaje antiguo de Catalunya, y la señera del señor rey de Sicília a En Ferran Gorín, caballero, y la señera de sant Jordi a N'Eixemèn d'Albero; y En Rocafort encomendó su señera a un hijo de caballero, llamado Guillem de Tous. Y así dispusimos nuestras filas en la siguiente forma: que no hubiese vanguardia, ni cuerpo central, ni retaguardia, sino que los hombres de a caballo estuviésemos todos en el ala izquierda, y pusimos a los de a pie, en el ala derecha. Y tal como lo habíamos dispuesto, así lo conocieron los enemigos. Y es cierto que la hueste de los enemigos estaban acampados cerca de nosotros en una montaña labrada de tierra, que estaba a dos millas.
Y cuando llegó la mañana, y era sábado, a veintidós días antes de la fiesta de sant Pere de junio, nos atacaron, ocho mil hombres a caballo, listos para la batalla, y dejaron dos mil con los de a pie y las tiendas, porque ellos daban su victoria por segura. Y cuando salió el sol, estábamos fuera de los valles, listos para combatir, dispuestos tal como antes he dicho. Y dispusimos que nadie se moviera hasta que se gritara la orden, y ésta la daría el mencionado Ventaiola; y en cuanto se diera la orden, que las trompas y las nácaras sonarían y que todos juntos atacásemos. Y así se hizo. Y los enemigos estaban con las lanzas en ristre, listos para atacar.
Y cuando se dio la señal, iniciamos el ataque todos a una. Y caímos de tal forma entre ellos, que pareció que todo el castillo diese en tierra; y ellos atacaron de igual modo muy vigorosamente. ¿Qué os diré? Que por su pecado y por el buen derecho que nos asistía, fueron derrotados; y una vez que su vanguardia fue vencida, todos a una dieron la vuelta para huir. Y nosotros empezamos a atacar contra ellos, que nadie levantaba la mano sin herir en carne; y así huyeron hasta la montaña donde estaban sus tropas; y si nunca visteis gente venir a recibir a los suyos de buen grado, así lo hicieron los de la hueste, tanto los de a caballo como los de a pie, que vinieron en su ayuda, de forma que en aquel punto temimos no poder con todos. Pero un clamor nació entre nosotros, y gritamos en cuanto alcanzamos el pie de la montaña: - Via sus! Via sus! Sant Jordi! Sant Jordi!-, y así nos reanimamos, y volvimos a atacar todos cruelmente contra ellos quienes, de igual modo que sus compañeros, se rindieron; y ya no fue necesario atacar más. ¿Qué os diré? Tanto como duró el día, duró la persecución, más de veinticuatro millas, que antes de que lo dejásemos ya era noche oscura. Y ya de noche tuvimos que regresar, y fue medianoche antes de que hubiéramos alcanzado Gal·lípol.
Y a la mañana siguiente reconocimos nuestra compañía, y encontramos que sólo habíamos perdido un hombre de a caballo y dos de a pie. Y fuimos a levantar el campo, y encontramos que habíamos matado a seis mil hombres de a caballo, y a más de veinte mil de a pie. Y seguro que esto fue la ira de Dios que se abatió sobre ellos, que nosotros nunca hubiéramos podido imaginar que hubiese muerto tanta gente, sino que pensamos que los unos habían ahogado a los otros. Y del mismo modo mucha gente murió en las barcas, que había muchas en tierra por la costa, desventradas, y las varaban, y tanta gente pretendía subir a bordo, que cuando las botaban al agua, inmediatamente zozobraban y se ahogaban; y así se perdió mucha gente. ¿Qué os diré? Que el botín fue tan grande en aquella batalla, que nadie podría contarlo, y tardamos ocho días en levantar el campo, sin levantar otra cosa que oro y plata, que todas las cintas de los hombres a caballo, y las espadas, y las sillas, y los frenos, y todas sus armaduras estaban guarnecidas de oro, y todos llevaban dinero, y otro tanto los hombres de a pie; de modo que fue innumerable lo que se ganó. Y asimismo capturamos tres mil caballos vivos; y a otros muchos los encontramos muertos; y otros iban por el campo esparciendo sus tripas; y así conseguimos tantos caballos que había tres por cada uno.
Y cuando hubimos levantado el campo, yo había capturado a cuatro griegos, que encontré en una casa, y eran unos pobres hombres de Gal·lípol; y les dije que les pagaría muy bien si querían ser espías nuestros, y ellos accedieron con gran alegría. Y los vestí muy bien a la greguesca, y les di a cada uno un caballo de los nuestros, puesto que nosotros ya teníamos bastantes, y me juraron que me servirían bien y lealmente. Y enseguida envié a dos de ellos a Andrinòpol (929) para ver qué hacía el hijo del emperador, y a los otros dos los envié a Contastinoble. Y en pocos días regresaron los que habían ido donde el hijo del emperador, y dijeron que el hijo del emperador venía contra nosotros con diecisiete mil hombres a caballo y cien mil hombres de a pie, y que ya había salido de Andrinòpol.
NOTAS
Y dispusimos que aquella noche todo el mundo se confesase, y al día siguiente, de madrugada, que comulgase, y cuando saliese el sol, y los enemigos viniesen a justar, que todo el mundo estuviese listo para atacar. Y así lo hicimos. Y encomendamos la señera del señor rey de Aragó a En Guillem Peris de Caldes, caballero de linaje antiguo de Catalunya, y la señera del señor rey de Sicília a En Ferran Gorín, caballero, y la señera de sant Jordi a N'Eixemèn d'Albero; y En Rocafort encomendó su señera a un hijo de caballero, llamado Guillem de Tous. Y así dispusimos nuestras filas en la siguiente forma: que no hubiese vanguardia, ni cuerpo central, ni retaguardia, sino que los hombres de a caballo estuviésemos todos en el ala izquierda, y pusimos a los de a pie, en el ala derecha. Y tal como lo habíamos dispuesto, así lo conocieron los enemigos. Y es cierto que la hueste de los enemigos estaban acampados cerca de nosotros en una montaña labrada de tierra, que estaba a dos millas.
Y cuando llegó la mañana, y era sábado, a veintidós días antes de la fiesta de sant Pere de junio, nos atacaron, ocho mil hombres a caballo, listos para la batalla, y dejaron dos mil con los de a pie y las tiendas, porque ellos daban su victoria por segura. Y cuando salió el sol, estábamos fuera de los valles, listos para combatir, dispuestos tal como antes he dicho. Y dispusimos que nadie se moviera hasta que se gritara la orden, y ésta la daría el mencionado Ventaiola; y en cuanto se diera la orden, que las trompas y las nácaras sonarían y que todos juntos atacásemos. Y así se hizo. Y los enemigos estaban con las lanzas en ristre, listos para atacar.
Y cuando se dio la señal, iniciamos el ataque todos a una. Y caímos de tal forma entre ellos, que pareció que todo el castillo diese en tierra; y ellos atacaron de igual modo muy vigorosamente. ¿Qué os diré? Que por su pecado y por el buen derecho que nos asistía, fueron derrotados; y una vez que su vanguardia fue vencida, todos a una dieron la vuelta para huir. Y nosotros empezamos a atacar contra ellos, que nadie levantaba la mano sin herir en carne; y así huyeron hasta la montaña donde estaban sus tropas; y si nunca visteis gente venir a recibir a los suyos de buen grado, así lo hicieron los de la hueste, tanto los de a caballo como los de a pie, que vinieron en su ayuda, de forma que en aquel punto temimos no poder con todos. Pero un clamor nació entre nosotros, y gritamos en cuanto alcanzamos el pie de la montaña: - Via sus! Via sus! Sant Jordi! Sant Jordi!-, y así nos reanimamos, y volvimos a atacar todos cruelmente contra ellos quienes, de igual modo que sus compañeros, se rindieron; y ya no fue necesario atacar más. ¿Qué os diré? Tanto como duró el día, duró la persecución, más de veinticuatro millas, que antes de que lo dejásemos ya era noche oscura. Y ya de noche tuvimos que regresar, y fue medianoche antes de que hubiéramos alcanzado Gal·lípol.
Y a la mañana siguiente reconocimos nuestra compañía, y encontramos que sólo habíamos perdido un hombre de a caballo y dos de a pie. Y fuimos a levantar el campo, y encontramos que habíamos matado a seis mil hombres de a caballo, y a más de veinte mil de a pie. Y seguro que esto fue la ira de Dios que se abatió sobre ellos, que nosotros nunca hubiéramos podido imaginar que hubiese muerto tanta gente, sino que pensamos que los unos habían ahogado a los otros. Y del mismo modo mucha gente murió en las barcas, que había muchas en tierra por la costa, desventradas, y las varaban, y tanta gente pretendía subir a bordo, que cuando las botaban al agua, inmediatamente zozobraban y se ahogaban; y así se perdió mucha gente. ¿Qué os diré? Que el botín fue tan grande en aquella batalla, que nadie podría contarlo, y tardamos ocho días en levantar el campo, sin levantar otra cosa que oro y plata, que todas las cintas de los hombres a caballo, y las espadas, y las sillas, y los frenos, y todas sus armaduras estaban guarnecidas de oro, y todos llevaban dinero, y otro tanto los hombres de a pie; de modo que fue innumerable lo que se ganó. Y asimismo capturamos tres mil caballos vivos; y a otros muchos los encontramos muertos; y otros iban por el campo esparciendo sus tripas; y así conseguimos tantos caballos que había tres por cada uno.
Y cuando hubimos levantado el campo, yo había capturado a cuatro griegos, que encontré en una casa, y eran unos pobres hombres de Gal·lípol; y les dije que les pagaría muy bien si querían ser espías nuestros, y ellos accedieron con gran alegría. Y los vestí muy bien a la greguesca, y les di a cada uno un caballo de los nuestros, puesto que nosotros ya teníamos bastantes, y me juraron que me servirían bien y lealmente. Y enseguida envié a dos de ellos a Andrinòpol (929) para ver qué hacía el hijo del emperador, y a los otros dos los envié a Contastinoble. Y en pocos días regresaron los que habían ido donde el hijo del emperador, y dijeron que el hijo del emperador venía contra nosotros con diecisiete mil hombres a caballo y cien mil hombres de a pie, y que ya había salido de Andrinòpol.
NOTAS
928. La festividad de San Pedro y San Pablo es el 29 de junio, aunque teniendo en cuenta que las celebraciones de las fiestas importantes se inician la víspera,estamos hablando del 5 de junio de 1205. Si alguien se molesta en consultar un calendario perpétuo, comprobará que dicho día era, efectivamente, viernes.
929. Andrinòpol: Adrianópolis, la actual Edirne turca
1 comentari:
¡Joe, Julio, si es que por aquella con una confesión, la consiguiente comunión y un Salve Regina se vencía a todo quisqui!
Pero qué gracia tiene la crónica, eso no se lo niego a Muntaner.
Sahha, amigo, y muchas gracias por el aviso y la crónica de hoy. ¡Como se enteren los guionistas de blockbusters de Hollywood, la seleccionan fijo!
Daniel.
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