Nadal de 1325, batalla naval al golf de Cagliari entre els catalans de Bonaire que setgen Cagliari i els genovesos i pisans que volen introduir queviures a la plaça sitiada.
CCLXXXV
Tras partir la flota de Pisa, perdieron una galera en las inmediaciones de Busnaire (1112), la cual embarrancó y de cuyo naufragio escaparon vivos ochenta hombres. Y el juez de Arborea, al saberlo, envió las tropas allá donde la galera había quedado varada, y capturaron a los ochenta hombres, y con una cuerda al cuello los envió a Bonaire, al almirante, quien inmediatamente les hizo poner buenos grilletes, y los empleó también en la construcción de la muralla y el foso de Bonaire. Y del mismo modo, en aquellos días, otra galera de genoveses de Saona, que retornaba de Flandes, debido a una tormenta embarrancó en la isla de Sant Pere (1113) y se hundió, y sobrevivieron ciento cincuenta personas; y el almirante que lo supo capturó a los ciento cincuenta, e hizo con ellos lo mismo que había hecho con los otros.
¿Qué os diré? Que el día de Navidad del año mil trescientos veinticinco, las veintidós galeras genovesas y las cinco pisanas, y seis naves entre leños armados y saetías, llegaron frente a Càller, y el resto de la flota lo habían dejado en Bonifaci (1114). Y habían llegado de forma apresurada, con el intento de atravesar la empalizada de Càller, y pasar las provisiones que traían; pero el almirante había protegido de tal modo la entrada, que nada podía entrar sin su consentimiento. Y así, aquel día de Navidad se encontraban las naves y los leños frente al puerto y toda la flota de los catalanes, y hubo combates todo el día; y el día de sant Esteve (1115), intentaron atacar la flota por el ala, pero sufrieron gran daño, y no pudieron conseguir nada; y al día siguiente, día de sant Joan, lo intentaron por el ala contraria de la flota, pero nada consiguieron tampoco, sino que del mismo modo sufrieron grandes pérdidas; y el día de los Inocentes fueron a Caboterra, y achicaron agua, y regresaron para combatir por un ala de la flota. Y todos estos intentos los realizaban con diez galeras ligeras para que el almirante saliera en su persecución con sus galeras, de modo que cuando abandonara la formación para perseguir las diez galeras (que no lo temían ya que podían escapar a remo) el resto de su flota podría atravesar la empalizada; y de este modo pensaban introducir el socorro en Càller. Pero el almirante bien sabía lo que pretendían, por lo que no se movió de la formación. Y así, el día de Navidad, que era miércoles, y el jueves, y el viernes, y el sábado se mantuvieron en estos ataques; y al domingo siguiente, el almirante hizo que su compañía almorzara temprano, y ordenó que todo el mundo que había en las galeras, que eran dieciocho si descontamos las de doble castillo, se armase y se preparase; e hizo pregonar por todas sus galeras que de entrar en combate, la batalla sería real, y el botín que se obtendría sería de cada uno, salvo los prisioneros y las galeras que serían del señor rey; y que él estaba decidido, si se presentaba la oportunidad, a salirles a batalla. Y así estuvo listo para el combate.
Y una vez todo esto hecho y dispuesto, las galeras de los genoveses y las de los pisanos arribaron dispuestas a la batalla, y al frente de las mismas iban cinco galeras genovesas y dos pisanas, e iban unidas todas ellas, al mando del almirante En Gaspar Dòria; y el resto de las galeras iban a popa. Y las siete galeras se acercaron tanto a las del almirante En Carròs, que sus proas quedaron a tiro de flecha. Y cundo el almirante vio que las siete galeras se encontraban tan cerca, ordenó a sus galeras corriendo la voz boca a boca, que, sin hacer el más mínimo ruído y sigilosamente, soltasen las maromas de las anclas al mar para que si levaban anclas, pudieran zarpar inmediatamente, de modo que con veinte remos navegaran más que las otra con ciento cincuenta. Y así, cada cual, silenciosamente, dejó caer la gúmena (1116) al mar, tan silenciosamente que ni los genoveses ni los pisanos se dieron cuenta; y acto seguido bogaron, de modo que antes de que las siete galeras pudiesen haber rolado en redondo, el almirante les cayó encima, y las abordó, y así mataron a más de mil cien personas; muriendo todo aquel que se encontraba sobre cubierta, y bajo cubierta consiguieron esconderse cuatrocientos genoveses y doscientos pisanos. Y de este modo el almirante capturó las siete galeras, y toda su tripulación fue muerta o capturada. Y el resto de las galeras dio la vuelta en redondo y empezaron a huir. Y En Gaspar Dòria demostrando su valentía, en medio de la batalla, con una barquita que tenía a popa, huyó, y subió a una galera que tenía a popa, que era de un hermano suyo. Y cuando las siete galeras hubieron sido capturadas, el almirante fue tras las otras, pero no era cosa fácil, y no las pudo alcanzar; y así, de todos modos, regresó alegre y satisfecho con los suyos. Y todo el mundo ganó tanto botín, que todos se enriquecieron, y nunca se le quitó a nadie nada de lo que había ganado.
Y cuando los genoveses se encontraban lejos, enviaron una galera al almirante, con un mensajero, y le rogaron que le pluguiese que su embajador pudiese visitar a los prisioneros, para saber cuantos habían muerto y cuantos habían escapado. Y el almirante se lo otorgó, y los pudieron ver a todos. Y habían escapado vivos cuatrocientos trece genoveses y doscientos pisanos, que se habían escondido bajo cubierta, como antes os he dicho. Y cuando los hubieron anotado a todos, quisieron entregar como rescate de los genoveses capturados, todas las provisiones y armas y todo lo que llevaban en las galeras que habían escapado; y el almirante les dijo que no les entregaría ni al más débil, puesto que tenían que ayudar a construir el foso y la muralla de Bonaire. Y así se marcharon con gran dolor. Y ved qué fruto obtuvieron, con sus maldades, de la alianza que habían hecho con los pisanos, que uno pensaba engañar al otro, y llegó el almirante del señor rey de Aragón, y los devoró y los separó.
NOTAS
¿Qué os diré? Que el día de Navidad del año mil trescientos veinticinco, las veintidós galeras genovesas y las cinco pisanas, y seis naves entre leños armados y saetías, llegaron frente a Càller, y el resto de la flota lo habían dejado en Bonifaci (1114). Y habían llegado de forma apresurada, con el intento de atravesar la empalizada de Càller, y pasar las provisiones que traían; pero el almirante había protegido de tal modo la entrada, que nada podía entrar sin su consentimiento. Y así, aquel día de Navidad se encontraban las naves y los leños frente al puerto y toda la flota de los catalanes, y hubo combates todo el día; y el día de sant Esteve (1115), intentaron atacar la flota por el ala, pero sufrieron gran daño, y no pudieron conseguir nada; y al día siguiente, día de sant Joan, lo intentaron por el ala contraria de la flota, pero nada consiguieron tampoco, sino que del mismo modo sufrieron grandes pérdidas; y el día de los Inocentes fueron a Caboterra, y achicaron agua, y regresaron para combatir por un ala de la flota. Y todos estos intentos los realizaban con diez galeras ligeras para que el almirante saliera en su persecución con sus galeras, de modo que cuando abandonara la formación para perseguir las diez galeras (que no lo temían ya que podían escapar a remo) el resto de su flota podría atravesar la empalizada; y de este modo pensaban introducir el socorro en Càller. Pero el almirante bien sabía lo que pretendían, por lo que no se movió de la formación. Y así, el día de Navidad, que era miércoles, y el jueves, y el viernes, y el sábado se mantuvieron en estos ataques; y al domingo siguiente, el almirante hizo que su compañía almorzara temprano, y ordenó que todo el mundo que había en las galeras, que eran dieciocho si descontamos las de doble castillo, se armase y se preparase; e hizo pregonar por todas sus galeras que de entrar en combate, la batalla sería real, y el botín que se obtendría sería de cada uno, salvo los prisioneros y las galeras que serían del señor rey; y que él estaba decidido, si se presentaba la oportunidad, a salirles a batalla. Y así estuvo listo para el combate.
Y una vez todo esto hecho y dispuesto, las galeras de los genoveses y las de los pisanos arribaron dispuestas a la batalla, y al frente de las mismas iban cinco galeras genovesas y dos pisanas, e iban unidas todas ellas, al mando del almirante En Gaspar Dòria; y el resto de las galeras iban a popa. Y las siete galeras se acercaron tanto a las del almirante En Carròs, que sus proas quedaron a tiro de flecha. Y cundo el almirante vio que las siete galeras se encontraban tan cerca, ordenó a sus galeras corriendo la voz boca a boca, que, sin hacer el más mínimo ruído y sigilosamente, soltasen las maromas de las anclas al mar para que si levaban anclas, pudieran zarpar inmediatamente, de modo que con veinte remos navegaran más que las otra con ciento cincuenta. Y así, cada cual, silenciosamente, dejó caer la gúmena (1116) al mar, tan silenciosamente que ni los genoveses ni los pisanos se dieron cuenta; y acto seguido bogaron, de modo que antes de que las siete galeras pudiesen haber rolado en redondo, el almirante les cayó encima, y las abordó, y así mataron a más de mil cien personas; muriendo todo aquel que se encontraba sobre cubierta, y bajo cubierta consiguieron esconderse cuatrocientos genoveses y doscientos pisanos. Y de este modo el almirante capturó las siete galeras, y toda su tripulación fue muerta o capturada. Y el resto de las galeras dio la vuelta en redondo y empezaron a huir. Y En Gaspar Dòria demostrando su valentía, en medio de la batalla, con una barquita que tenía a popa, huyó, y subió a una galera que tenía a popa, que era de un hermano suyo. Y cuando las siete galeras hubieron sido capturadas, el almirante fue tras las otras, pero no era cosa fácil, y no las pudo alcanzar; y así, de todos modos, regresó alegre y satisfecho con los suyos. Y todo el mundo ganó tanto botín, que todos se enriquecieron, y nunca se le quitó a nadie nada de lo que había ganado.
Y cuando los genoveses se encontraban lejos, enviaron una galera al almirante, con un mensajero, y le rogaron que le pluguiese que su embajador pudiese visitar a los prisioneros, para saber cuantos habían muerto y cuantos habían escapado. Y el almirante se lo otorgó, y los pudieron ver a todos. Y habían escapado vivos cuatrocientos trece genoveses y doscientos pisanos, que se habían escondido bajo cubierta, como antes os he dicho. Y cuando los hubieron anotado a todos, quisieron entregar como rescate de los genoveses capturados, todas las provisiones y armas y todo lo que llevaban en las galeras que habían escapado; y el almirante les dijo que no les entregaría ni al más débil, puesto que tenían que ayudar a construir el foso y la muralla de Bonaire. Y así se marcharon con gran dolor. Y ved qué fruto obtuvieron, con sus maldades, de la alianza que habían hecho con los pisanos, que uno pensaba engañar al otro, y llegó el almirante del señor rey de Aragón, y los devoró y los separó.
NOTAS
1112. Seguramente Bonaire
1113. Isola de San Pietro
1114. Bonifacio. Al sur de Córcega
1115. San Esteban. Veintiséis de Diciembre
1116. Gúmena. Maroma gruesa que sirve en las embarcaciones para atar las áncoras y para otros usos.
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