1libro1euro

1 Libro = 1 Euro ~ Save The Children

traductor

Charles Darwin quotation

Ignorance more frequently begets confidence than does knowledge: it is those who know little, and not those who know much, who so positively assert that this or that problem will never be solved by science

Jean-Baptiste Colbert quotation

L'art de l'imposition consiste à plumer l'oie pour obtenir le plus possible de plumes avec le moins possible de cris

Somebody quotation

El miedo es la via perfecta hacia el lado oscuro. El miedo lleva a Windows, Windows a la desesperacion, esta al odio hacia Bill Gates y ese odio lleva a LINUX

Vares Velles

Vares Velles
Al Tall

Això és Espanya (vara seguidilla) per Al Tall

dissabte, 25 d’octubre del 2008

El Informe de la Minoría (VI) (The minority report). Philip K. Dick

VI


Entre las doce del mediodía y la una, las calles abarrotadas de basura estaban llenas de gente. Eligió esa hora, la parte más activa del día, para hacer su llamada. Escogió una cabina telefónica en una tienda grande, llena de clientes, marcó el familiar número de la policía y se apoyó el frío auricular en la oreja. Había seleccionado la línea de audio, no la de vídeo: a pesar de su ropa raída y su aspecto desalmado, podrían reconocerlo.

La recepcionista era nueva. Con ciertos reparos, dio la extensión de Page. Si Witwer estaba despidiendo al antiguo personal para colocar a gente de su cuerda, quizá tuviera que hablar con un desconocido.

-Hola -saludó la voz ronca de Page.

Aliviado, Anderton miró a su alrededor. Nadie le prestaba atención. Los clientes vagaban entre las mercancías, haciendo su rutina diaria.

-¿Puedes hablar? -preguntó- ¿O te están vigilando?

Hubo un momento de silencio. Se imaginó la cara de Page demudada por la incertidumbre mientras trataba frenéticamente de decidir qué hacer. Al fin oyó su voz vacilante.

-¿Por qué... llamas aquí?

Anderton no contestó la pregunta.

-No reconocí a la recepcionista. ¿Personal nuevo?

-Recién estrenado –convino Page con voz aguda y estrangulada- muchos cambios, últimamente.

-Eso he oído. -Con voz tensa, Anderton preguntó-: ¿Cómo anda tu empleo? ¿Todavía a salvo?

-Aguarda un minuto.- Anderton oyó cómo dejaba el auricular, un ruído ahogado de pasos y un rápido portazo. Page regresó-

Ahora podemos hablar mejor.

-¿Cuánto mejor?

-No mucho. ¿Dónde estás?

-Paseando por Central Park -dijo Anderton-. Disfrutando del paisaje. –No sabía si Page había ido a cerciorarse de que se grabara la conversación. Era probable que un equipo aerotransportado de la policía ya estuviera en camino. Pero tenía que correr el riesgo. Tengo una nueva especialidad. Ahora soy electricista.

-¿De veras? -respondió Page, desconcertado

-Pensé que quizá tuvieras trabajo para mí. Si es posible me gustaría pasar para examinar tu equipo informático, Sobre todo los bancos de datos y análisis del edificio de los monos.

-Se podría arreglar -dijo Page al cabo de un rato- Si es realmente importante.

-Lo es. ¿Cuándo sería conveniente?

-No sé... -dijo Page dudando- Un equipo de reparación vendrá a echar un vistazo al equipo intercom. El inspector provisional quiere mejorarlo, para poder operar con mayor rapidez. Podrías entrar con ellos.

-Eso haré. ¿A qué hora?

-Digamos a las cuatro. Entrada B, nivel 6. Yo iré a recibirte.

-De acuerdo –convino Anderton, dispuesto a colgar-. Espero que todavía seas tú el responsable para cuando llegue allí.

Colgó y salió rápidamente de la cabina. Poco después se abría paso a través de la apretada concurrencia de la cafetería cercana. Nadie le encontraría allí.

Tenía por delante tres horas y media de espera, pero le pareció que habían sido muchas más. Le resultó la espera más larga de su vida hasta que al fin se reunió con Page, tal como habían convenido.

-Has perdido la cabeza -fueron las primeras palabras de Page.- ¿Por qué demonios has regresado?

-No será por mucho tiempo. -Anderton recorrió con precaución el edificio de los monos, cerrando sistemáticamente una puerta tras otra.- No dejes entrar a nadie, no puedo correr riesgos.

Debiste haber escapado cuando aún estabas a tiempo. -Page lo seguía, muerto de miedo-. Witwer no pierde el tiempo. Ha logrado que todo el país clame por tu sangre.

Sin hacerle caso, Anderton abrió el principal banco de datos de la maquinaria de análisis.

-¿Cuál de los tres monos presentó el informe de la minoría?

-No me preguntes. Yo me largo.

De camino a la puerta, Page se detuvo un instante, señaló al mono de en medio y desapareció. La puerta se cerró dejando a Anderton a solas.

El de en medio. Anderton lo conocía bien. Ese enano encorvado había permanecido sepultado en sus cables y relés durante quince años. No levantó la vista cuando Anderton se aproximó. Con ojos vidriosos e inexpresivos, observaba un mundo que aún no existía, ciego a la realidad física que lo rodeaba.

Jerry tenía veinticuatro años. Originalmente lo habían clasificado como idiota hidrocefálico, pero cuando cumplió seis años, los psicólogos identificaron aptitudes precognitivas bajo las capas deterioradas de los tejidos. Ese talento latente se cultivó en una escuela de entrenamiento del gobierno. A los nueve años, su capacidad había avanzado hasta llegar a una etapa útil. Jerry, sin embargo, permanecía en el caos amorfo de la idiotez; esa creciente facultad había absorbido toda su personalidad.

Anderton se agachó para desmontar los escudos protectores que cubrían los rollos de cinta almacenados en la maquinaria de análisis. Usando unos esquemas, siguió los cables desde las etapas finales de los ordenadores integrados hasta el punto donde el equipo de Jerry se separaba del resto. Al cabo de un rato extrajo, nerviosamente, dos cintas de media hora: datos recientes y desechados, no integrados a los informes de la mayoría. Consultando su diagrama de códigos, selección el tramo de cinta que se refería a su tarjeta.

Ahí al lado había un lector de cintas. Conteniendo el aliento insertó la cinta, activó el reproductor y escuchó. Tardó solo un segundo. Desde la primera frase del informe resultó claro lo que había ocurrido. Tenía lo que quería; podía dejar de buscar.

La visión de Jerry sufría un desfase. Dada la naturaleza errática de la precognición, examinaba una zona temporal un poco diferente de la que examinaban sus compañeros. Para él, el informe de que Anderton cometería un homicidio era un acontecimiento que se debía integrar a todo lo demás. Esa afirmación, junto con la reacción de Anderton, constituían un dato más.

Obviamente, el informe de Jerry invalidaba el informe de la Mayoría. Tras recibir la información de que cometería un homicidio, Anderton desistiría de cometerlo. La previsión del homicidio había impedido el propio homicidio; la profilaxis se había producido en el momento en que él fue informado. Ya se había creado una nueva salida temporal. Pero Jerry perdió la votación.

Nervioso, Anderton rebobinó la cinta y activó el cabezal de grabación. A alta velocidad hizo una copia del informe, devolvió el original a su sitio y sacó el duplicado del reproductor. Aquí tenía la prueba de que la tarjeta carecía de validez por ser obsoleta. Sólo tenía que mostrársela a Witwer.

Su propia estupidez lo asombró. Sin duda Witwer había visto el informe y, a pesar de ello, había asumido el puesto de inspector general sin informar a los equipos de la policía. Witwer no tenía ninguna intención de echarse atrás; la inocencia de Anderton no le interesaba.

¿Qué podía hacer? ¿A quién podría interesarle?

-¡Maldito loco! -rugió una voz a sus espaldas, frenética de angustia.

Se dio la vuelta rápidamente. Su esposa estaba en una de las puertas, con su uniforme de policía, los ojos desorbitados de consternación. -No te preocupes -respondió Anderton mostrando la cinta-. Me voy.

Lisa se le acercó con el rostro demudado.

-Page dijo que estabas aquí, pero no pude creerlo. No debió dejarte entrar. Él no se da cuenta de lo que eres.

-¿Qué soy? -inquirió Anderton, desafiante-. Antes de responder, quizá sea mejor que escuches esta cinta.

-¡No quiero escucharla! Sólo quiero que te largues! Ed Witwer sabe que hay alguien aquí. Page intenta entretenerlo pero... -se interrumpió, ladeando la cabeza-. ¡Ya está aquí! Se abrirá camino a la fuerza.

-¿No tienes ninguna influencia? Sé amable y encantadora con él. Quizá se olvide de mí.

Lisa lo miró con amargo reproche.

-Hay una nave aparcada en la azotea si quieres irte… -Se atragantó y no dijo nada durante un instante-. Despegaré en un minuto. Si quieres venir…

No tenía opción. Había obtenido la cinta, su prueba, pero no había pensado en cómo salir de allí. Con satisfacción, corrió detrás de la esbelta figura de su esposa mientras ella salía del edificio por una puerta lateral y un corredor de abastecimiento, taconeando en la desierta oscuridad.

-Es una nave veloz –le dijo ella por encima del hombro-. Tiene combustible de emergencia, y está preparada para partir. Me dirigía a supervisar algunos equipos.

2 comentaris:

Anònim ha dit...

Jooooo Julio, creo que casi empiezo por el principio ;)

Muaks ;)

Nekane ha dit...

Más, mássssss....agggggggg
BESINES