El jovenet (20 anys) rei Alfons decideix la guerra contra la veïna Castella. Com bé li diuen els seus consellers això significarà la guerra contra tot lo món.
CLVII
Y una vez el señor rey hubo dicho esto, se levantaron los del consejo; y el que primero se levantó dijo:
- Señor, loado y bendito sea nuestro señor verdadero Dios, que tanta gracia ha concedido a vuestros reinos ya que de tal forma los provee Dios de buenos señores, y valientes, y arrojados, y con abundancia de toda perfección, y cada día vamos de bien en mejor; por lo que debemos estar todos muy alegres y satisfechos. Verdad es, señor, que esta es la primera empresa que vos habéis iniciado desde vuestra coronación; y es la más elevada empresa que nunca emprendiese señor alguno, por cuatro razones: la primera, que vos emprendéis guerra contra uno de los más poderosos señores del mundo, y además es vuestro vecino más cercano; y otra que vos todavía permanecéis en guerra contra la Iglesia romana, y contra la casa de França y contra el ejército del rey Carles, en una palabra, prácticamente contra todo el mundo; la tercera, tened en cuenta que el rey de Granada, cuando os vea en tales afanes, estad seguro de que romperá las treguas que había firmado con el señor rey vuestro padre; y lo mismo harán todas las repúblicas del mundo, ya que como la Iglesia está contra vos, os son contrarias. Y así señor, tened en consideración que la guerra que mantenéis es contra todo el mundo. Pero sin embargo, puesto que en vuestro corazón lo habéis decidido, y defendéis la verdad y el derecho frente a todos, estad seguro de que Dios, que es verdad y rectitud, estará de vuestra parte, y tal como ha defendido al señor rey vuestro padre con gran honor, de la misma forma, si a Dios place, lo repetirá con vos y con todos nosotros. Y yo os digo, en mi nombre y en el de todos mis amigos, que me comprometo, mientras la vida me lo permita y con todo lo que posea, y que no os fallaré nunca, sino que, señor, os ruego que me pongáis en el sitio más peligroso que tengáis, y tomadme y ayudaos de todo cuanto yo y mis amigos tengamos, e, incluso, tomad a mis hijos e hijas, y utilizadlos, cuando sea necesario, allá donde os plazca.
Y tras haber hablado este ricohombre, se levantó otro que dijo similares palabras. ¿Qué os diré? De uno en uno todos se levantaron, y cada cual se comprometió tan a fondo como lo había hecho el primero. Y tras esto el señor rey les dio muchas gracias y les dijo muy buenas palabras.
Y enseguida eligieron dos caballeros, uno catalán y otro aragonés, que envió a Castilla con los desafíos. Y el señor infante, antes de partir de Aragón, escogió quinientos caballeros que lo siguiesen. Y no os diré quinientos, que si hubiese querido dos mil, los podría haber tenido, que no era preciso que buscase a nadie, sino que todos venían a ofrecerse, y a rogar que le pluguiese aceptar que fueran con él; pero él no quería más, sino los que el señor rey le había ordenado. Y cuando esto acabó, fue a Catalunya, y del mismo modo todos los ricoshombre y caballeros de Catalunya acudieron a ofrecérsele; y así en pocos días había reunido otros quinientos caballeros y muchos peones de mesnada. Del reino de Valencia no necesito hablar, que todos acudían allá donde estaba, a ofrecérsele, como si repartiera indulgencias; y así reunió toda la compañía que necesitaba, en muy poco tiempo, y eran todos ellos los mejor preparados que nunca siguieran a señor. Y a todos les conminó para que a fecha fijada se encontrasen en Aragón, en Calataiú.
Ahora dejaré de hablar del señor infante, y volveré a hablar del señor rey N'Anfòs.
- Señor, loado y bendito sea nuestro señor verdadero Dios, que tanta gracia ha concedido a vuestros reinos ya que de tal forma los provee Dios de buenos señores, y valientes, y arrojados, y con abundancia de toda perfección, y cada día vamos de bien en mejor; por lo que debemos estar todos muy alegres y satisfechos. Verdad es, señor, que esta es la primera empresa que vos habéis iniciado desde vuestra coronación; y es la más elevada empresa que nunca emprendiese señor alguno, por cuatro razones: la primera, que vos emprendéis guerra contra uno de los más poderosos señores del mundo, y además es vuestro vecino más cercano; y otra que vos todavía permanecéis en guerra contra la Iglesia romana, y contra la casa de França y contra el ejército del rey Carles, en una palabra, prácticamente contra todo el mundo; la tercera, tened en cuenta que el rey de Granada, cuando os vea en tales afanes, estad seguro de que romperá las treguas que había firmado con el señor rey vuestro padre; y lo mismo harán todas las repúblicas del mundo, ya que como la Iglesia está contra vos, os son contrarias. Y así señor, tened en consideración que la guerra que mantenéis es contra todo el mundo. Pero sin embargo, puesto que en vuestro corazón lo habéis decidido, y defendéis la verdad y el derecho frente a todos, estad seguro de que Dios, que es verdad y rectitud, estará de vuestra parte, y tal como ha defendido al señor rey vuestro padre con gran honor, de la misma forma, si a Dios place, lo repetirá con vos y con todos nosotros. Y yo os digo, en mi nombre y en el de todos mis amigos, que me comprometo, mientras la vida me lo permita y con todo lo que posea, y que no os fallaré nunca, sino que, señor, os ruego que me pongáis en el sitio más peligroso que tengáis, y tomadme y ayudaos de todo cuanto yo y mis amigos tengamos, e, incluso, tomad a mis hijos e hijas, y utilizadlos, cuando sea necesario, allá donde os plazca.
Y tras haber hablado este ricohombre, se levantó otro que dijo similares palabras. ¿Qué os diré? De uno en uno todos se levantaron, y cada cual se comprometió tan a fondo como lo había hecho el primero. Y tras esto el señor rey les dio muchas gracias y les dijo muy buenas palabras.
Y enseguida eligieron dos caballeros, uno catalán y otro aragonés, que envió a Castilla con los desafíos. Y el señor infante, antes de partir de Aragón, escogió quinientos caballeros que lo siguiesen. Y no os diré quinientos, que si hubiese querido dos mil, los podría haber tenido, que no era preciso que buscase a nadie, sino que todos venían a ofrecerse, y a rogar que le pluguiese aceptar que fueran con él; pero él no quería más, sino los que el señor rey le había ordenado. Y cuando esto acabó, fue a Catalunya, y del mismo modo todos los ricoshombre y caballeros de Catalunya acudieron a ofrecérsele; y así en pocos días había reunido otros quinientos caballeros y muchos peones de mesnada. Del reino de Valencia no necesito hablar, que todos acudían allá donde estaba, a ofrecérsele, como si repartiera indulgencias; y así reunió toda la compañía que necesitaba, en muy poco tiempo, y eran todos ellos los mejor preparados que nunca siguieran a señor. Y a todos les conminó para que a fecha fijada se encontrasen en Aragón, en Calataiú.
Ahora dejaré de hablar del señor infante, y volveré a hablar del señor rey N'Anfòs.
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