Després de la desfeta dels "cavallers de la mort", Carles el Coix envia el seu fill Felip a Sicília, a la zona de Capo d'Orlando, molt a prop de Catània, ambduez zones sota poder francès. Aquesta acció hagués aillat Messina.
Però la joventut no s'adiu bé amb la saviesa, i cercant la glòria, Felip desembarca prop de Trapani, a l'altra punta de l'illa.
Açò li costarà la desfeta de les seues tropes, i, de no ser per la voluntat expresa del rei Frederic, segurament la mort.
Capturat Felip, serà empresonat a Cefalú. Un altre dur colp a son pare, que fa molt poc ha perdut el seu fill major Carles Martel.
Però la joventut no s'adiu bé amb la saviesa, i cercant la glòria, Felip desembarca prop de Trapani, a l'altra punta de l'illa.
Açò li costarà la desfeta de les seues tropes, i, de no ser per la voluntat expresa del rei Frederic, segurament la mort.
Capturat Felip, serà empresonat a Cefalú. Un altre dur colp a son pare, que fa molt poc ha perdut el seu fill major Carles Martel.
CXCII
Y cuando el rey Carles supo esto, hizo preparar en Nàpols a su hijo, el príncipe de Tàranto (801), y le entregó mil doscientos caballeros, entre franceses, y provenzales y napolitanos, todos buena gente, e hizo preparar cincuenta galeras, todas abiertas de popa, y se embarcaron. Y el rey Carles ordenó a su hijo, el príncipe, que acudiese directamente a la playa de Cabo d'Orlando (802), ya que la Nogata (803) era suya, y la Figuera (804), y el Cabo d'Orlando, y el castillo de Sent Marc (805), y Castelló (806) y Francavila (807); y que era más conveniente desembarcar allí, a salvo, en su propia tierra, que no intentar establecer una cabeza de puente por su propia cuenta; ya que allí había gran caballería del duque, que inmediatamente se le añadirían, y, además, tendría gran refresco de los lugares que estaban a su favor; y desde aquel lugar siempre podrían llegar a Catània por su tierra y la de sus aliados.
Y observaréis que el rey Carles aconsejaba perfectamente a quien quisiese obedecerle; pero la juventud no se entiende bien con la sabiduría, sino que se entiende más con la valentía. Y así el príncipe, con toda aquella gente, embarcó en Nàpols, y se despidió de su padre, quien lo persignó y bendijo, y le sermoneó para que actuara correctamente, tanto él como los que iban con él; y todos le besaron las manos, y embarcaron, y pusieron rumbo a Tràpena. Y ved como se acordaron de lo que el rey les había aconsejado, que todos le dijeron al príncipe:
- Señor, tomemos tierra lo más lejos que podamos del duque, y luego, con la señera izada, iremos a Catània, saqueando y quemando todo lo que encontremos: puesto que sería gran vergüenza para vos y para nosotros que os unieseis enseguida con el duque, ya que parecería que vos sólo no os atrevieseis a hacer nada.
Y así el príncipe, haciendo caso de los consejos paternos, y no acordándose de lo que el rey Carles le había ordenado, puso rumbo a Tràpena (808).
Y cuando las velas pasaron frente al cabo de Gall (809), los vigías constataron que iban camino de Tràpena, y enseguida enviaron mensajeros al señor rey de Sicília, que estaba en Castrojoan (810); y se encontraba en Castrojoan, porque está en medio de la isla y así podía acudir inmediatamente a cualquier lugar. Y cuando supo que el príncipe navegaba rumbo a Tràpena, envió a decir a sus barones, por toda Sicília, que acudiesen a Calatafim (811), donde le encontrarían; y lo mismo envió a decir a N'Huguet d'Empúries, que se encontraba en Rèjol, en Calabria. Y en cuanto todos hubieron recibido el mensaje, acudieron al encuentro del señor rey. Y el príncipe había tenido tan buen tiempo que, antes que el señor rey hubiese reunido a todos su gente, había tomado tierra en las Seques de Tràpena, entre Tràpena y Marsara (812); y allí desembarcó los caballos y a toda su gente. Y marchó hacia Tràpena, y la combatió, y no pudo hacer nada, al contrario, sufrió gran daño; de modo que levantaron el campo y regresaron a Marsara. Y el señor rey se le enfrentó con su gente, que eran setecientos hombres a caballo y cuatro mil almogávares; y estaban con el señor rey el conde Galceran, y don Blasco d'Alagó, y En Ramon de Montcada, y En Berenguer d'Entença, y muchos otros buenos caballeros.
Y cuando las huestes se divisaron, todos se dispusieron en orden de batalla, y el conde Galceran, y En Guillem Ramon de Montcada y don Blasco d'Alagó formaron la vanguardia del señor rey de Sicília, y dispusieron a la infantería en el ala derecha, y a la caballería a la izquierda. Y cuando los almogávares estuvieron listos para atacar, gritaron todos: - Desperta, ferres!-, y se pusieron todos a golpear con los hierros de las lanzas las piedras; de tal modo que parecía que hubiese un gran fuego, cosa de la que mucho se espantaron los de la hueste del príncipe, y más aún cuando supieron el motivo, tal como lo habían conocido los caballeros de la muerte antes citados. Y así, las señeras de las vanguardias de ambos bandos se acercaron, y se atacaron tan fuertemente, que fue una cosa asombrosa.
Y cuando la vanguardia del señor rey de Sicília hubo atacado, el señor rey, que estaba bien preparado y montado sobre un buen caballo, y que además era un mozo muy joven (813), y bueno en armas y corajudo, no quiso esperar más, sino que cabalgó directamente a donde divisó la señera del príncipe, y atacó tan vigorosamente, que él, personalmente, le dio tal lanzazo al portaestandarte del príncipe, que lo tumbó en tierra a él y a la bandera. Y entonces hubierais contemplado las hazañas de armas no solo del príncipe, que también era grande, y soberbio, y mozo y joven, sino también de los mejores caballeros del mundo; que era asombroso lo que hacían el señor rey y él, ambos en persona. ¿Qué os diré? Que en la lucha que se entabló cuando el príncipe intentó recuperar su señera del suelo, se reunieron de una parte y de la otra toda la buena caballería; y el señor rey no se separaba de la refriega, sino que se oponía a que la señera del príncipe pudiese ser izada, y defendía la suya para que no cayese. Y en aquella refriega se enfrentaron el señor rey con el príncipe, y se conocieron, cosa de la que ambos sintieron gran alegría; y entonces hubierais podido ver a los dos combatir cuerpo a cuerpo, que seguro que cada uno podía decir que había encontrado por fin su compañero; y de tal forma se golpearon, que cada uno rompió sobre el otro cuantas armas tenía. Y al final el señor rey dio tal mazazo sobre la cabeza del caballo del príncipe, que el caballo perdió el sentido y cayó a tierra; y tan pronto como hubo caído el príncipe, un caballero llamado Martí Peris d'Eros descabalgó, al ver que era el príncipe, y lo quiso matar; y el rey dijo:
- No lo hagáis! No lo hagáis!
Y fue el señor rey quien quiso descabalgar, pero entonces En Martí Peris d'Eros gritó:
- Señor, no descabalguéis, que yo lo defenderé para que no muera, ya que vos lo queréis así.
Y así bien se puede decir que el señor rey fue buen padrino del príncipe aquel día, ya que por Dios y por él salvó la vida. Dios quiera que esto le rente buen mérito, porque es razón justa que la sangre noble debe cuidar a sus iguales.
Y cuando el príncipe supo que allí se encontraba el rey, y que era con él con quien tanto había combatido, se le rindió; y el señor rey lo encomendó al mencionado Martí Peris d'Eros, y a su hermano En Pere d'Eros y a En García Eixemenis d'Aibar. Y en cuanto se lo hubo encomendado, continuó yendo por el campo con la maza en la mano allá donde veía mayor fragor; e hizo tantas hazañas de armas aquel día, que todos pudieron conocer que era el hijo del buen rey En Pere, y nieto del buen rey En Jacme. ¿Qué os diré? Tan alegre iba por el campo, abatiendo caballeros y derribando caballos, como un león entre las bestias.
Y de los almogávares os tengo que contar qué golpe dio un almogávar que se llamaba Porcell, que luego estuvo en mi compañía en Romanía; que con un cuchillo de filo, dio tal tajo a un caballero francés, que le cortó de un golpe la greba (814) y la pierna, e incluso entró más de medio palmo por la ijada del caballo. De los dardos (815) mejor no hablar, que hubo golpe de dardo que llegó al caballero al que estaba destinado por el escudo; y traspasó no solo el escudo, sino también al caballero a pesar de la armadura. Y de este modo se ganó la batalla, y toda la gente del príncipe que se encontraba en tierra, acabó muerta o cautiva.
Y el señor rey, una vez acabó la batalla, envió órdenes a Tràpena y a Marsara, y a Calatafim y a Calatamaure (816) para que todo el mundo trajera pan y vino, que él quería estar todo aquel día en el campo, para que su gente levantara el campo, y que cada cual se quedara con el botín que hubiera ganado; que él sólo quería al príncipe y los señores de bandera que hubieran sido apresados; y en cuanto al resto, que fueran de quien los hubiera vencido o capturado. De modo que trajeron un gran avituallamiento al campo, y todo el mundo comió y bebió a voluntad, y el señor rey en persona hizo levantar sus tiendas, y allí comió con todos sus ricoshombre. Y así mismo, hizo descansar al príncipe en una hermosa tienda, y lo desarmaron, y acudieron médicos que le curaron una gran herida de bordón que tenía en la cara, y otras heridas, y le dieron muy abundantemente de comer, y el señor rey ordenó que fuese bien atendido.
Y aquel día todos reposaron en el campo, y en las tiendas, y la gente levantó el campo, de forma que no hubo nadie que no hubiera ganado lo indecible. Y por la noche el señor rey, con toda su hueste, alegres y satisfechos, entraron en Tràpena con el príncipe y los otros prisioneros, y allí permanecieron cuatro días. Y luego el señor rey ordenó que el príncipe fuese conducido al castillo de Xifal.ló (817), y que allá estuviera bien guardado y cuidado; y a los otros prisioneros, ricoshombre, los hizo distribuir de igual modo por los castillos, encomendándolos a diversos caballeros. Y tal como lo ordenó, así se hizo; que en pocos días, el príncipe fue conducido a Xifal.ló, y se le dispuso una guardia en consonancia con su rango. Y una vez todo esto cumplido, el señor rey y los caballeros regresaron a la frontera, cada cual a su destino.
Y así dejaré de hablaros de él, y volveré a hablar del duque y del rey Carles.
NOTAS
Y observaréis que el rey Carles aconsejaba perfectamente a quien quisiese obedecerle; pero la juventud no se entiende bien con la sabiduría, sino que se entiende más con la valentía. Y así el príncipe, con toda aquella gente, embarcó en Nàpols, y se despidió de su padre, quien lo persignó y bendijo, y le sermoneó para que actuara correctamente, tanto él como los que iban con él; y todos le besaron las manos, y embarcaron, y pusieron rumbo a Tràpena. Y ved como se acordaron de lo que el rey les había aconsejado, que todos le dijeron al príncipe:
- Señor, tomemos tierra lo más lejos que podamos del duque, y luego, con la señera izada, iremos a Catània, saqueando y quemando todo lo que encontremos: puesto que sería gran vergüenza para vos y para nosotros que os unieseis enseguida con el duque, ya que parecería que vos sólo no os atrevieseis a hacer nada.
Y así el príncipe, haciendo caso de los consejos paternos, y no acordándose de lo que el rey Carles le había ordenado, puso rumbo a Tràpena (808).
Y cuando las velas pasaron frente al cabo de Gall (809), los vigías constataron que iban camino de Tràpena, y enseguida enviaron mensajeros al señor rey de Sicília, que estaba en Castrojoan (810); y se encontraba en Castrojoan, porque está en medio de la isla y así podía acudir inmediatamente a cualquier lugar. Y cuando supo que el príncipe navegaba rumbo a Tràpena, envió a decir a sus barones, por toda Sicília, que acudiesen a Calatafim (811), donde le encontrarían; y lo mismo envió a decir a N'Huguet d'Empúries, que se encontraba en Rèjol, en Calabria. Y en cuanto todos hubieron recibido el mensaje, acudieron al encuentro del señor rey. Y el príncipe había tenido tan buen tiempo que, antes que el señor rey hubiese reunido a todos su gente, había tomado tierra en las Seques de Tràpena, entre Tràpena y Marsara (812); y allí desembarcó los caballos y a toda su gente. Y marchó hacia Tràpena, y la combatió, y no pudo hacer nada, al contrario, sufrió gran daño; de modo que levantaron el campo y regresaron a Marsara. Y el señor rey se le enfrentó con su gente, que eran setecientos hombres a caballo y cuatro mil almogávares; y estaban con el señor rey el conde Galceran, y don Blasco d'Alagó, y En Ramon de Montcada, y En Berenguer d'Entença, y muchos otros buenos caballeros.
Y cuando las huestes se divisaron, todos se dispusieron en orden de batalla, y el conde Galceran, y En Guillem Ramon de Montcada y don Blasco d'Alagó formaron la vanguardia del señor rey de Sicília, y dispusieron a la infantería en el ala derecha, y a la caballería a la izquierda. Y cuando los almogávares estuvieron listos para atacar, gritaron todos: - Desperta, ferres!-, y se pusieron todos a golpear con los hierros de las lanzas las piedras; de tal modo que parecía que hubiese un gran fuego, cosa de la que mucho se espantaron los de la hueste del príncipe, y más aún cuando supieron el motivo, tal como lo habían conocido los caballeros de la muerte antes citados. Y así, las señeras de las vanguardias de ambos bandos se acercaron, y se atacaron tan fuertemente, que fue una cosa asombrosa.
Y cuando la vanguardia del señor rey de Sicília hubo atacado, el señor rey, que estaba bien preparado y montado sobre un buen caballo, y que además era un mozo muy joven (813), y bueno en armas y corajudo, no quiso esperar más, sino que cabalgó directamente a donde divisó la señera del príncipe, y atacó tan vigorosamente, que él, personalmente, le dio tal lanzazo al portaestandarte del príncipe, que lo tumbó en tierra a él y a la bandera. Y entonces hubierais contemplado las hazañas de armas no solo del príncipe, que también era grande, y soberbio, y mozo y joven, sino también de los mejores caballeros del mundo; que era asombroso lo que hacían el señor rey y él, ambos en persona. ¿Qué os diré? Que en la lucha que se entabló cuando el príncipe intentó recuperar su señera del suelo, se reunieron de una parte y de la otra toda la buena caballería; y el señor rey no se separaba de la refriega, sino que se oponía a que la señera del príncipe pudiese ser izada, y defendía la suya para que no cayese. Y en aquella refriega se enfrentaron el señor rey con el príncipe, y se conocieron, cosa de la que ambos sintieron gran alegría; y entonces hubierais podido ver a los dos combatir cuerpo a cuerpo, que seguro que cada uno podía decir que había encontrado por fin su compañero; y de tal forma se golpearon, que cada uno rompió sobre el otro cuantas armas tenía. Y al final el señor rey dio tal mazazo sobre la cabeza del caballo del príncipe, que el caballo perdió el sentido y cayó a tierra; y tan pronto como hubo caído el príncipe, un caballero llamado Martí Peris d'Eros descabalgó, al ver que era el príncipe, y lo quiso matar; y el rey dijo:
- No lo hagáis! No lo hagáis!
Y fue el señor rey quien quiso descabalgar, pero entonces En Martí Peris d'Eros gritó:
- Señor, no descabalguéis, que yo lo defenderé para que no muera, ya que vos lo queréis así.
Y así bien se puede decir que el señor rey fue buen padrino del príncipe aquel día, ya que por Dios y por él salvó la vida. Dios quiera que esto le rente buen mérito, porque es razón justa que la sangre noble debe cuidar a sus iguales.
Y cuando el príncipe supo que allí se encontraba el rey, y que era con él con quien tanto había combatido, se le rindió; y el señor rey lo encomendó al mencionado Martí Peris d'Eros, y a su hermano En Pere d'Eros y a En García Eixemenis d'Aibar. Y en cuanto se lo hubo encomendado, continuó yendo por el campo con la maza en la mano allá donde veía mayor fragor; e hizo tantas hazañas de armas aquel día, que todos pudieron conocer que era el hijo del buen rey En Pere, y nieto del buen rey En Jacme. ¿Qué os diré? Tan alegre iba por el campo, abatiendo caballeros y derribando caballos, como un león entre las bestias.
Y de los almogávares os tengo que contar qué golpe dio un almogávar que se llamaba Porcell, que luego estuvo en mi compañía en Romanía; que con un cuchillo de filo, dio tal tajo a un caballero francés, que le cortó de un golpe la greba (814) y la pierna, e incluso entró más de medio palmo por la ijada del caballo. De los dardos (815) mejor no hablar, que hubo golpe de dardo que llegó al caballero al que estaba destinado por el escudo; y traspasó no solo el escudo, sino también al caballero a pesar de la armadura. Y de este modo se ganó la batalla, y toda la gente del príncipe que se encontraba en tierra, acabó muerta o cautiva.
Y el señor rey, una vez acabó la batalla, envió órdenes a Tràpena y a Marsara, y a Calatafim y a Calatamaure (816) para que todo el mundo trajera pan y vino, que él quería estar todo aquel día en el campo, para que su gente levantara el campo, y que cada cual se quedara con el botín que hubiera ganado; que él sólo quería al príncipe y los señores de bandera que hubieran sido apresados; y en cuanto al resto, que fueran de quien los hubiera vencido o capturado. De modo que trajeron un gran avituallamiento al campo, y todo el mundo comió y bebió a voluntad, y el señor rey en persona hizo levantar sus tiendas, y allí comió con todos sus ricoshombre. Y así mismo, hizo descansar al príncipe en una hermosa tienda, y lo desarmaron, y acudieron médicos que le curaron una gran herida de bordón que tenía en la cara, y otras heridas, y le dieron muy abundantemente de comer, y el señor rey ordenó que fuese bien atendido.
Y aquel día todos reposaron en el campo, y en las tiendas, y la gente levantó el campo, de forma que no hubo nadie que no hubiera ganado lo indecible. Y por la noche el señor rey, con toda su hueste, alegres y satisfechos, entraron en Tràpena con el príncipe y los otros prisioneros, y allí permanecieron cuatro días. Y luego el señor rey ordenó que el príncipe fuese conducido al castillo de Xifal.ló (817), y que allá estuviera bien guardado y cuidado; y a los otros prisioneros, ricoshombre, los hizo distribuir de igual modo por los castillos, encomendándolos a diversos caballeros. Y tal como lo ordenó, así se hizo; que en pocos días, el príncipe fue conducido a Xifal.ló, y se le dispuso una guardia en consonancia con su rango. Y una vez todo esto cumplido, el señor rey y los caballeros regresaron a la frontera, cada cual a su destino.
Y así dejaré de hablaros de él, y volveré a hablar del duque y del rey Carles.
NOTAS
801. Se trata de Felipe I de Tarento, hijo de Carlos II de Nápoles y Sicilia, el Cojo, y Maria Arpad de Hungría
802. Capo d'Orlando. Sicilia.
803. Topónimo no localizado ¿quizá la actual Annunziatta?.
804. Posiblemente Ficarra.
805. Posiblemente San Marco d’Alunzio.
806. Posiblemente Castel’Umberto.
807. Topónimo no localizado ¿quizá la actual Contrada Francari?.
808. Trapani, al lado oeste de Sicilia, mientras que Catania se encuentra al este
809. Capo Gallo, junto a Palermo. Sicilia.
810. Castrogiovanni. Actualmente Enna. Sicilia. En pleno centro de la isla. La estrategia de la araña.
811. Calatafimi. Sicilia.
812. Marsala. Sicilia.
813. Efectivamente bastante joven. Federico II de Sicilia y Nápoles, nacido en 1272, contaba entonces 25 años.
814. Greba. Pieza de la armadura antigua, que cubría la pierna desde la rodilla hasta la garganta del pie.
815. Dardo. Arma arrojadiza, semejante a una lanza pequeña y delgada, que se tira con la mano.
816. Seguramente se trata de Castellammare del Golfo. Sicilia.
817. Cefalú. Sicilia.
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