Llegit avui al Levante
EL PP ROMPE CON ESPAÑA
Matías Vallés
Tenía que ocurrir. Los reiterados disgustos electorales que España propina al PP, unidos a los escándalos de corrupción que destapan los funcionarios de ese país en un partido honrado en un 99% -aunque el uno por ciento restante abarca a decenas de altos cargos de dudosa moralidad-, han propiciado una ruptura diplomática en toda regla. Amparado en su junta, Mariano Rajoy anunció el pasado miércoles que su formación no reconoce a los tribunales españoles, ni a sus jueces, fiscales o policías. Los populares imitan la prosopopeya de formaciones políticas en sus antípodas. La derecha dominante se coloca a un paso de independizarse de España. La reacción de agraviado honor calderoniano de los conservadores guarda cierta lógica, porque resulta inadmisible que la Fiscalía Anticorrupción se centre exclusivamente en los corruptos. Más sorprendente resulta la curiosa cabriola de que Rajoy expulsara a los implicados en la trama, antes de proclamar su inocencia. Para rematar la paradoja, al día siguiente se presentaba como acusación particular contra ellos. En contra de Machado, el político gallego piensa que «se hace camino al desandar».
En un solo miércoles, la ciudadanía afrontó dos rupturas históricas, el divorcio de Rajoy con el ministro Bermejo y el de Isabel Pantoja con Julián Muñoz. Ambas se produjeron por la vía penal. El país no registraba un seísmo semejante desde la interrupción de convivencia de los Marichalar, y ya sobrevivió a ese precedente. Los partidos que rompen España y los que rompen con España no siempre consiguen los sufragios necesarios para sustanciar sus tesis. De hecho, el último sondeo del CIS confirma que, en medio de una crisis sin precedentes, la imagen del jefe de la oposición se desmorona a mayor velocidad que la efigie del presidente del Gobierno.
La chispa que ha desatado la ruptura diplomática es un festejo cinegético. En una consideración previa, asombra que campeones de los derechos humanos como Garzón y Bermejo sean tan crueles con los derechos inhumanos de mamíferos desprotegidos por el Código Penal. Además, los jueces no deben cazar con los ministros, sino cazar a los ministros, no necesariamente con armas de fuego. En esa desconfianza radical mutua consiste la división de poderes. Para un observador, la cacería conjunta del judicial y el ejecutivo derriba el mito de la agenda saturada de superjueces y ministros, que disponen de lapsos de ocio holgados para emprenderla a tiros con sus animales semejantes.
La memoria histórica vacuna contra las enseñanzas de la historia, al recordar por ejemplo que Zapatero alcanza la Moncloa meses después de que la defección de Tamayo y Sáez en la Comunidad de Madrid colocara al PSOE en una situación desesperada. En cambio, el PP dilapida la mayoría absoluta a menos de dos años de la entronización de Aznar en El Escorial, merced a la boda de Estado de su hija. El diez por ciento de los testigos del novio Agag se hallan hoy imputados por cohecho. En la trama que instruye Garzón cuando no está cazando, un porcentaje similar de los imputados asistieron al suntuoso enlace. En el momento del atentado contra Juan Pablo II, se especuló con una conexión búlgara. La plaza de San Pedro quedó repleta de círculos rojos, que orlaban a supuestos ciudadanos del entonces feudo comunista, involucrados en el magnicidio frustrado. El matrimonio escurialense también ha propiciado una lluvia de invitados con círculo. La circularidad protege de momento a Blair y Berlusconi, que adornaron la ceremonia.
Dado que el PP padece en la oposición el desgaste que otros partidos sólo experimentan tras años de gobierno, su ruptura de relaciones con España entra en la racionalidad de relegar la corrupción a un asunto subyacente. Cuando Zapatero gana la secretaría general del PSOE en 2000, se le recrimina que hubiera sido un diputado silente durante la descomposición socialista de los noventa. Rajoy ni siquiera cuenta con la excusa de la ausencia. Fue ministro y vicepresidente del Gobierno a lo largo de ocho años, lleva otros seis en la presidencia de un partido donde el uno por ciento de sus cargos no muestra un comportamiento ejemplar. ¿En qué consiste su liderazgo? El exceso de inocencia es tan desaconsejable en política como la sobredosis de fármacos en medicina.
EL PP ROMPE CON ESPAÑA
Matías Vallés
Tenía que ocurrir. Los reiterados disgustos electorales que España propina al PP, unidos a los escándalos de corrupción que destapan los funcionarios de ese país en un partido honrado en un 99% -aunque el uno por ciento restante abarca a decenas de altos cargos de dudosa moralidad-, han propiciado una ruptura diplomática en toda regla. Amparado en su junta, Mariano Rajoy anunció el pasado miércoles que su formación no reconoce a los tribunales españoles, ni a sus jueces, fiscales o policías. Los populares imitan la prosopopeya de formaciones políticas en sus antípodas. La derecha dominante se coloca a un paso de independizarse de España. La reacción de agraviado honor calderoniano de los conservadores guarda cierta lógica, porque resulta inadmisible que la Fiscalía Anticorrupción se centre exclusivamente en los corruptos. Más sorprendente resulta la curiosa cabriola de que Rajoy expulsara a los implicados en la trama, antes de proclamar su inocencia. Para rematar la paradoja, al día siguiente se presentaba como acusación particular contra ellos. En contra de Machado, el político gallego piensa que «se hace camino al desandar».
En un solo miércoles, la ciudadanía afrontó dos rupturas históricas, el divorcio de Rajoy con el ministro Bermejo y el de Isabel Pantoja con Julián Muñoz. Ambas se produjeron por la vía penal. El país no registraba un seísmo semejante desde la interrupción de convivencia de los Marichalar, y ya sobrevivió a ese precedente. Los partidos que rompen España y los que rompen con España no siempre consiguen los sufragios necesarios para sustanciar sus tesis. De hecho, el último sondeo del CIS confirma que, en medio de una crisis sin precedentes, la imagen del jefe de la oposición se desmorona a mayor velocidad que la efigie del presidente del Gobierno.
La chispa que ha desatado la ruptura diplomática es un festejo cinegético. En una consideración previa, asombra que campeones de los derechos humanos como Garzón y Bermejo sean tan crueles con los derechos inhumanos de mamíferos desprotegidos por el Código Penal. Además, los jueces no deben cazar con los ministros, sino cazar a los ministros, no necesariamente con armas de fuego. En esa desconfianza radical mutua consiste la división de poderes. Para un observador, la cacería conjunta del judicial y el ejecutivo derriba el mito de la agenda saturada de superjueces y ministros, que disponen de lapsos de ocio holgados para emprenderla a tiros con sus animales semejantes.
La memoria histórica vacuna contra las enseñanzas de la historia, al recordar por ejemplo que Zapatero alcanza la Moncloa meses después de que la defección de Tamayo y Sáez en la Comunidad de Madrid colocara al PSOE en una situación desesperada. En cambio, el PP dilapida la mayoría absoluta a menos de dos años de la entronización de Aznar en El Escorial, merced a la boda de Estado de su hija. El diez por ciento de los testigos del novio Agag se hallan hoy imputados por cohecho. En la trama que instruye Garzón cuando no está cazando, un porcentaje similar de los imputados asistieron al suntuoso enlace. En el momento del atentado contra Juan Pablo II, se especuló con una conexión búlgara. La plaza de San Pedro quedó repleta de círculos rojos, que orlaban a supuestos ciudadanos del entonces feudo comunista, involucrados en el magnicidio frustrado. El matrimonio escurialense también ha propiciado una lluvia de invitados con círculo. La circularidad protege de momento a Blair y Berlusconi, que adornaron la ceremonia.
Dado que el PP padece en la oposición el desgaste que otros partidos sólo experimentan tras años de gobierno, su ruptura de relaciones con España entra en la racionalidad de relegar la corrupción a un asunto subyacente. Cuando Zapatero gana la secretaría general del PSOE en 2000, se le recrimina que hubiera sido un diputado silente durante la descomposición socialista de los noventa. Rajoy ni siquiera cuenta con la excusa de la ausencia. Fue ministro y vicepresidente del Gobierno a lo largo de ocho años, lleva otros seis en la presidencia de un partido donde el uno por ciento de sus cargos no muestra un comportamiento ejemplar. ¿En qué consiste su liderazgo? El exceso de inocencia es tan desaconsejable en política como la sobredosis de fármacos en medicina.
5 comentaris:
Querido amigo, antes que nada espero que tu señor se encuentre mejor de la operación y he pasado por aquí porque he tenido ahora un pequeño hueco libre, ya que estoy liado con cosas de notaría y demás relacionadas, con la herencia de mi madre y es bastante curioso, que aunque lo tengas todo en regla siempre, hay pequeños lazitos que atar. En cuanto al comentario, que has dejado, creo que la política en este país es cualquier cosa menos política en sí misma. Es lamentable, que ahora en estos momentos en que nos dicen que tenemos que apretarnos el cinturón tengamos que ver y oír como ciertos elementos hacen sus negocios sucios bajo el amparo de otros, que ahora resulta que se siente perseguidos y ofendidos, ejejej, que risa me dan. Creo que ahora más de uno se va a tener que pensar si vale la pena votar o no, ya que mientras tengamos cafres como estos, creo que España no dejará de ser diferente.
Cuidate y saludos a tu señora, que espero que se reponga y mejore pronto.
Lo que están mostrando es un espectáculo grotesco. Rajoy que presumía de tener limpio el partido y aconsejaba a Zapatero que barriera en casa (eso teniendo en cuenta que a Fabra siguen sin tocarle), parece que ha pagado el no mirar ni atajar, su propio ombligo..
En cuanto a Fabra,uno se pregunta, qué no sabrá, para que a pesar de todo siga ahí y arropado por el PP. ¿Tendrán miedo de lo que puede soltar por esa boquita si le echan?
Petonssssssssss
La que tienen motada es tramenda..sin argumentos...se salidas descabelladas coo la de rajoy...de rectificaciones entre rajonianos y aguirristas...que seguro explota...
y Gallardon, ..yo diría el peor de todos ...porque encima es camaleónico...esperando...Noche de cuchillos largos...
besos
Segueixen practicant l'esport de tirar pilotes fora.
Esper que la majòria de ciutadans se n'adonin que tanta enrrenou per una estúpida cacera, que ja s'hagués pogut estalviar el senyor Bermejo, no basta per tapar tota la brutícia que tenen a casa seva.
Salutacions
Ho sento, l'anònim anterior som jo.
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