El tractat d'Anagni, tan laboriosament preparat, és signat per totes les parts. Boda de Jaume i Blanca.
CLXXXII
Y cuando la corte fue reunida, el señor rey celebró consejo con sus barones, prelados y caballeros, ciudadanos y villanos; y al fin fue otorgada la paz con las condiciones que antes habéis escuchado. Y los mensajeros regresaron al rey Carles y al cardenal a los que encontraron en Montpestller, y firmaron todas las paces. E inmediatamente, todos juntos, con la infanta madona Blanca, a la que condujeron muy honradamente, y bien acompañada, acudieron a Perpinyà; y en cuanto llegaron a Perpinyà, el señor rey de Aragó acompañado del infante En Pere y de muchos honrados caporales de Catalunya y de Aragón, se dirigieron a Gerona. Y el señor rey envió al noble En Bernat de Sarrià, tesorero suyo y consejero, a Perpinyà, con todo los poderes para que firmara todas las paces y el matrimonio, y para que viese a la doncella. Y cuando dicho noble llegó a Perpinyà, fue muy bien acogido por el rey Carles, y por el señor rey de Mallorca, y por todos; y cuando contempló a la doncella, quedó muy satisfecho, de modo que inmediatamente firmó en nombre del señor rey de Aragón todos los acuerdos, tanto los de las paces como los del matrimonio.
Y una vez hecho esto, el señor rey de Aragón dio órdenes a Siurana, y le trajeron a los hijos del rey Carles y a los otros rehenes; y cuando llegaron a Gerona, el señor rey, junto con ellos y con toda su caballería, y acompañado de cuantas damas y doncellas honradas había en Catalunya, se dirigió a Figueres. Y por otra parte, el rey Carles, y el cardenal y la doncella y toda la otra gente que con él venía, acudieron a Peralada; y se alojaron, él y su compañía, entre Peralada y Cabanes, y en el monasterio de Sent Feliu. Y el señor rey envió al rey Carles a sus hijos y al resto de los rehenes; y el señor infante En Pere los acompañó hasta que llegaron ante su padre. Y si nunca se vieron grandes fiestas, allí las hubo entre el rey Carles y sus hijos; y cada uno de los barones de Proença y de França hicieron otro tanto con sus hijos que habían sido rehenes y a los que habían recobrado; pero sobre todo fue grande el gozo que madona Blanca tuvo al ver a sus hermanos, y ellos a ella. ¿Qué os diré? Tanta gente había de una parte y de otra, que Peralada, y Cabanes, y Sent Feliu, y Figueres, y Vilabertran y el Far, y Vilatenim, y Vilasèquer, y Castelló d'Empúries, y Vilanova, y toda aquella región estaba llena de gente a rebosar. Y el señor rey de Aragón hacía dar ración cumplida de todo a todo el mundo, tanto a extraños como a parientes. Y el solaz y la diversión se aposentaron entre ellos, y el señor rey de Aragón fue a visitar al rey Carles y a la infanta su esposa; y el señor rey le puso la corona en la cabeza, la más rica y bella que nunca reina alguna llevara sobre su cabeza; y desde aquel momento en adelante se la llamó reina de Aragón. ¿Qué os diré? Muchas fueron las joyas que mútuamente se regalaron; y se dispuso que, con la gracia de Dios, oyesen misa en el monasterio de Vilabertran, y que celebrasen su boda; y el señor rey hizo construir una casa de madera, la más bella que nunca se hubiese hecho de madera. Y el monasterio es un lugar muy honrado y hermoso y bueno.
Y tal como lo hubieron dispuesto, así se cumplió: que todos acudieron al monasterio de Vilabertran, y hubo gran alegría y fiesta por muchas razones. Una por el matrimonio que en buena hora se celebró, que bien puede uno decir que nunca tan buena pareja de marido y mujer se formó en el mundo; que del señor rey puedo deciros que es el más gracioso señor y el más educado y el más instruido, y el más sabio y el mejor en armas que nunca hubiese, y uno de los mejores cristianos del mundo; y de madona la reina Blanca se puede decir, asimismo, que fue la más hermosa dama, y la más sabia y la más graciosa a Dios y a sus pueblos que nunca fuese reina alguna, y la más cristiana; que ella era fuente de gracia de toda bondad. Por lo que Dios les envió su gracia, que nunca hubo marido y mujer de ninguna condición que tanto se amasen; por lo que de ella se puede decir la frase que las gentes de Catalunya y de Aragó y del reino de Valencia le dijeron: que la llamaban "la santa reina dona Blanca, de santa paz"; que santa paz y buena ventura trajo ella a toda la tierra. Y como más adelante oiréis, tuvieron muchos hijos e hijas, quienes fueron todos ellos buenos a los ojos de Dios y del mundo.
Y una vez celebrado el matrimonio, la fiesta duró ocho días en los que permanecieron todos juntos. Y luego se despidieron unos de otros, y el rey Carles, con sus hijos, regresó. Y cuando llegó al paso de Panissars, el rey de Mallorca le salió al encuentro, y fueron a es Veló, y luego de es Veló a Perpinyà; y el señor rey de Mallorca los agasajó allí ocho días. Y en estos ocho días nació tanta familiaridad entre monsèñer Lluís, hijo del rey Carles, y el infante En Jacme, primogénito del señor rey de Mallorca, que se dice que entre ellos se juraron que cada uno haría lo que el otro; y así ambos acordaron renunciar a los reinos que les corresponderían, e ingresar en la orden de monsèñer sant Francesc (781). De modo que, al poco tiempo profesó monsèñer Lluís, hijo del rey Carles, y renunció al reino, y luego, a su pesar, fue nombrado obispo de Tolosa, y luego murió, y fue canonizado por el papa por los muchos milagros que Dios realizó a través de él, tanto en vida, como después de muerto, y hoy hay altares suyos por toda la cristiandad, y se celebra fiesta. Y lo mismo el infante En Jacme, hijo del señor rey de Mallorca, quien era el primogénito y al que le correspondía reinar, se hizo fraile menor y renunció al reino, y cuando pasó a mejor vida, existe la convicción de que es santo en el paraíso. Que quien más hace por Dios, mayor mérito parece que deba esperar; por lo que quien renuncia a un reino en este mundo por amor de Dios, es justo que tenga el reino celestial como recompensa, si continúa hasta el fin de sus días obrando bien.
Ahora dejaré estar a estos dos señores, frailes menores santos y benditos, y volveré a hablaros del rey Carles, quien se despidió del señor rey de Mallorca y regresó a sus tierras con sus hijos. Y así mismo el señor rey de Aragón acompañado de madona la reina, fue a Gerona, y de Gerona a Barcelona, y luego por todos sus reinos. Y la gloria y la alegría que había en cada una de sus tierras, no hay ni que mencionarla, que ya os la podéis imaginar; puesto que habían recuperado la paz y los sacramentos de la santa Iglesia, tales como misas y el resto de oficios, de lo que estas gentes estaban muy deseosas, qué gozo y qué alegría debían tener!
NOTAS
Y una vez hecho esto, el señor rey de Aragón dio órdenes a Siurana, y le trajeron a los hijos del rey Carles y a los otros rehenes; y cuando llegaron a Gerona, el señor rey, junto con ellos y con toda su caballería, y acompañado de cuantas damas y doncellas honradas había en Catalunya, se dirigió a Figueres. Y por otra parte, el rey Carles, y el cardenal y la doncella y toda la otra gente que con él venía, acudieron a Peralada; y se alojaron, él y su compañía, entre Peralada y Cabanes, y en el monasterio de Sent Feliu. Y el señor rey envió al rey Carles a sus hijos y al resto de los rehenes; y el señor infante En Pere los acompañó hasta que llegaron ante su padre. Y si nunca se vieron grandes fiestas, allí las hubo entre el rey Carles y sus hijos; y cada uno de los barones de Proença y de França hicieron otro tanto con sus hijos que habían sido rehenes y a los que habían recobrado; pero sobre todo fue grande el gozo que madona Blanca tuvo al ver a sus hermanos, y ellos a ella. ¿Qué os diré? Tanta gente había de una parte y de otra, que Peralada, y Cabanes, y Sent Feliu, y Figueres, y Vilabertran y el Far, y Vilatenim, y Vilasèquer, y Castelló d'Empúries, y Vilanova, y toda aquella región estaba llena de gente a rebosar. Y el señor rey de Aragón hacía dar ración cumplida de todo a todo el mundo, tanto a extraños como a parientes. Y el solaz y la diversión se aposentaron entre ellos, y el señor rey de Aragón fue a visitar al rey Carles y a la infanta su esposa; y el señor rey le puso la corona en la cabeza, la más rica y bella que nunca reina alguna llevara sobre su cabeza; y desde aquel momento en adelante se la llamó reina de Aragón. ¿Qué os diré? Muchas fueron las joyas que mútuamente se regalaron; y se dispuso que, con la gracia de Dios, oyesen misa en el monasterio de Vilabertran, y que celebrasen su boda; y el señor rey hizo construir una casa de madera, la más bella que nunca se hubiese hecho de madera. Y el monasterio es un lugar muy honrado y hermoso y bueno.
Y tal como lo hubieron dispuesto, así se cumplió: que todos acudieron al monasterio de Vilabertran, y hubo gran alegría y fiesta por muchas razones. Una por el matrimonio que en buena hora se celebró, que bien puede uno decir que nunca tan buena pareja de marido y mujer se formó en el mundo; que del señor rey puedo deciros que es el más gracioso señor y el más educado y el más instruido, y el más sabio y el mejor en armas que nunca hubiese, y uno de los mejores cristianos del mundo; y de madona la reina Blanca se puede decir, asimismo, que fue la más hermosa dama, y la más sabia y la más graciosa a Dios y a sus pueblos que nunca fuese reina alguna, y la más cristiana; que ella era fuente de gracia de toda bondad. Por lo que Dios les envió su gracia, que nunca hubo marido y mujer de ninguna condición que tanto se amasen; por lo que de ella se puede decir la frase que las gentes de Catalunya y de Aragó y del reino de Valencia le dijeron: que la llamaban "la santa reina dona Blanca, de santa paz"; que santa paz y buena ventura trajo ella a toda la tierra. Y como más adelante oiréis, tuvieron muchos hijos e hijas, quienes fueron todos ellos buenos a los ojos de Dios y del mundo.
Y una vez celebrado el matrimonio, la fiesta duró ocho días en los que permanecieron todos juntos. Y luego se despidieron unos de otros, y el rey Carles, con sus hijos, regresó. Y cuando llegó al paso de Panissars, el rey de Mallorca le salió al encuentro, y fueron a es Veló, y luego de es Veló a Perpinyà; y el señor rey de Mallorca los agasajó allí ocho días. Y en estos ocho días nació tanta familiaridad entre monsèñer Lluís, hijo del rey Carles, y el infante En Jacme, primogénito del señor rey de Mallorca, que se dice que entre ellos se juraron que cada uno haría lo que el otro; y así ambos acordaron renunciar a los reinos que les corresponderían, e ingresar en la orden de monsèñer sant Francesc (781). De modo que, al poco tiempo profesó monsèñer Lluís, hijo del rey Carles, y renunció al reino, y luego, a su pesar, fue nombrado obispo de Tolosa, y luego murió, y fue canonizado por el papa por los muchos milagros que Dios realizó a través de él, tanto en vida, como después de muerto, y hoy hay altares suyos por toda la cristiandad, y se celebra fiesta. Y lo mismo el infante En Jacme, hijo del señor rey de Mallorca, quien era el primogénito y al que le correspondía reinar, se hizo fraile menor y renunció al reino, y cuando pasó a mejor vida, existe la convicción de que es santo en el paraíso. Que quien más hace por Dios, mayor mérito parece que deba esperar; por lo que quien renuncia a un reino en este mundo por amor de Dios, es justo que tenga el reino celestial como recompensa, si continúa hasta el fin de sus días obrando bien.
Ahora dejaré estar a estos dos señores, frailes menores santos y benditos, y volveré a hablaros del rey Carles, quien se despidió del señor rey de Mallorca y regresó a sus tierras con sus hijos. Y así mismo el señor rey de Aragón acompañado de madona la reina, fue a Gerona, y de Gerona a Barcelona, y luego por todos sus reinos. Y la gloria y la alegría que había en cada una de sus tierras, no hay ni que mencionarla, que ya os la podéis imaginar; puesto que habían recuperado la paz y los sacramentos de la santa Iglesia, tales como misas y el resto de oficios, de lo que estas gentes estaban muy deseosas, qué gozo y qué alegría debían tener!
NOTAS
781. San Francisco de Asís.
1 comentari:
"¡Y si nunca se vieron grandes fiestas!", ja, ja... Qué bueno.
Sahha, buen amigo, y gracias por la crónica de hoy.
Daniel.
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