y X
Cuatro corpulentos policías ayudaron a Lisa y John Anderton a empaquetar y cargar sus pertenencias. En cincuenta años, el ex inspector había acumulado una vasta colección de bienes materiales. Sombrío y pensativo, miraba la procesión de cajas que se dirigían a los camiones.
Irían directamente al puerto en camión, y de allí a Centauro X por transporte intersistema. Un largo viaje para un anciano, pero no tendría que regresar.
Ahí va la penúltima caja -declaró Lisa, absorta en esa actividad. Vestía suéter y pantalones holgados y recorría las habitaciones desiertas, verificando los últimos detalles. Supongo que no podremos usar todos estos nuevos artefactos atrónicos. En Centauro X todavía usan electricidad.
-Espero que no te moleste -dijo Anderton.
-Nos acostumbraremos -respondió Lisa, y le ofreció una sonrisa fugaz-. ¿Verdad que sí?
-Eso espero. ¿Estás segura de que no te arrepentirás? Si yo pensara...
-No me arrepentiré -le aseguró Lisa-. ¿Que te parece si me ayudas con esta caja?
Mientras subían al primer camión, Witwer llegó en un coche patrulla. Se apeó y se les acercó, su rostro mostraba unas oscuras ojeras.
-Antes de despegar -le dijo a Anderton-, tendra que darme un análisis de la situación de los precogs. El Senado está haciendo preguntas. Quieren averiguar si el informe intermedio, la retractación, fue un error. -Y concluyó confusamente-: Todavía no puedo explicarlo. El informe de la minoría era erróneo, ¿verdad?
-¿Cuál de ellos? -preguntó Anderton con aire divertido.
Witwer parpadeó.
-Así que es eso. Debí haberlo supuesto.
Sentado en la cabina del camión, Anderton sacó su pipa y la llenó de tabaco, lo encendió con el encendedor de Lisa y aspiró el humo. Lisa había regresado a la casa, pues quería cerciorarse de no haber olvidado nada importante.
-Había tres informes de la minoría -le dijo a Witwer, disfrutando de la confusión del joven. Algún día Witwer aprendería a no inmiscuirse en situaciones que no comprendía del todo. Anderton sentía una intensa satisfacción. Viejo y desgastado como estaba, había sido el único que había comprendido la auténtica índole del problema.
-Los tres informes fueron consecutivos –explicó-. El primero era de Donna. En esa senda temporal, Kaplan me revelaba el complot y yo lo mataba de inmediato. Jerry, que se había proyectado un poco por delante de Donna, usó ese informe como dato. Incluía mi conocimiento del informe. En esa segunda senda temporal, yo sólo deseaba conservar mi puesto. No quería matar a Kaplan. Sólo me interesaba mi puesto y mi vida.
-¿Y el tercer informe era el de Mike? ¿Ése fue posterior al informe de la minoría? -Witwer se corrigió-. Es decir, llegó en último lugar.
-El de Mike fue el último de los tres, sí. A partir del conocimiento del primer informe, yo había decidido no matar a Kaplan. Eso condujo al informe número dos. Pero al ver ese informe, volví a cambiar de opinión. El informe número dos, la situación número dos, era la situación que Kaplan quería crear. A la policía le convenía recrear la número uno. Y a esas alturas yo estaba pensando en la policía. Había deducido los propósitos de Kaplan. El tercer informe invalidaba al segundo, del mismo modo que el segundo invalidaba al primero. Eso nos llevó de vuelta al punto de partida.
Lisa se acercó, jadeando.
-Vamos..., hemos terminado aquí.
Con grácil agilidad, subió la escalerilla de metal del camión y se acomodó entre su esposo y el conductor. Éste puso en marcha el motor y los demás lo imitaron.
-Cada informe era diferente -concluyó Anderton-. Cada cual era único. Pero dos de ellos coincidían en un aspecto. Si me dejaban libre, yo mataría a Kaplan. Eso creó la ilusión de un informe de la mayoría. En realidad era sólo eso, una ilusión. Donna y Mike previeron el mismo acontecimiento, pero en dos sendas temporales diferentes y en condiciones totalmente diferentes. En cuanto a Donna y Jerry, el presunto informe de la minoría y la mitad del informe de la mayoría, eran incorrectos. De los tres, el de Mike era correcto, pues no le siguió ningún informe que pudiera invalidarlo. Eso lo resume todo.
Afanosamente, Witwer trotaba junto al camión, con el rostro pálido y suave arrugado de preocupación.
-¿Sucederá de nuevo? ¿Deberíamos modificar la configuración?
-Puede suceder en una sola circunstancia -dijo Anderton-. Mi caso era único, pues yo tenía acceso a los datos. Podría suceder de nuevo pero sólo al próximo inspector general. Así que ten cuidado.
Sonrió, regodeándose en la tensa expresión de Witwer. Junto a él, Lisa frunció los rojos labios y extendió la mano cubriendo la suya.
Más vale que mantengas los ojos abiertos -le dijo Anderton al joven Witwer-. Te puede ocurrir en cualquier momento.
Irían directamente al puerto en camión, y de allí a Centauro X por transporte intersistema. Un largo viaje para un anciano, pero no tendría que regresar.
Ahí va la penúltima caja -declaró Lisa, absorta en esa actividad. Vestía suéter y pantalones holgados y recorría las habitaciones desiertas, verificando los últimos detalles. Supongo que no podremos usar todos estos nuevos artefactos atrónicos. En Centauro X todavía usan electricidad.
-Espero que no te moleste -dijo Anderton.
-Nos acostumbraremos -respondió Lisa, y le ofreció una sonrisa fugaz-. ¿Verdad que sí?
-Eso espero. ¿Estás segura de que no te arrepentirás? Si yo pensara...
-No me arrepentiré -le aseguró Lisa-. ¿Que te parece si me ayudas con esta caja?
Mientras subían al primer camión, Witwer llegó en un coche patrulla. Se apeó y se les acercó, su rostro mostraba unas oscuras ojeras.
-Antes de despegar -le dijo a Anderton-, tendra que darme un análisis de la situación de los precogs. El Senado está haciendo preguntas. Quieren averiguar si el informe intermedio, la retractación, fue un error. -Y concluyó confusamente-: Todavía no puedo explicarlo. El informe de la minoría era erróneo, ¿verdad?
-¿Cuál de ellos? -preguntó Anderton con aire divertido.
Witwer parpadeó.
-Así que es eso. Debí haberlo supuesto.
Sentado en la cabina del camión, Anderton sacó su pipa y la llenó de tabaco, lo encendió con el encendedor de Lisa y aspiró el humo. Lisa había regresado a la casa, pues quería cerciorarse de no haber olvidado nada importante.
-Había tres informes de la minoría -le dijo a Witwer, disfrutando de la confusión del joven. Algún día Witwer aprendería a no inmiscuirse en situaciones que no comprendía del todo. Anderton sentía una intensa satisfacción. Viejo y desgastado como estaba, había sido el único que había comprendido la auténtica índole del problema.
-Los tres informes fueron consecutivos –explicó-. El primero era de Donna. En esa senda temporal, Kaplan me revelaba el complot y yo lo mataba de inmediato. Jerry, que se había proyectado un poco por delante de Donna, usó ese informe como dato. Incluía mi conocimiento del informe. En esa segunda senda temporal, yo sólo deseaba conservar mi puesto. No quería matar a Kaplan. Sólo me interesaba mi puesto y mi vida.
-¿Y el tercer informe era el de Mike? ¿Ése fue posterior al informe de la minoría? -Witwer se corrigió-. Es decir, llegó en último lugar.
-El de Mike fue el último de los tres, sí. A partir del conocimiento del primer informe, yo había decidido no matar a Kaplan. Eso condujo al informe número dos. Pero al ver ese informe, volví a cambiar de opinión. El informe número dos, la situación número dos, era la situación que Kaplan quería crear. A la policía le convenía recrear la número uno. Y a esas alturas yo estaba pensando en la policía. Había deducido los propósitos de Kaplan. El tercer informe invalidaba al segundo, del mismo modo que el segundo invalidaba al primero. Eso nos llevó de vuelta al punto de partida.
Lisa se acercó, jadeando.
-Vamos..., hemos terminado aquí.
Con grácil agilidad, subió la escalerilla de metal del camión y se acomodó entre su esposo y el conductor. Éste puso en marcha el motor y los demás lo imitaron.
-Cada informe era diferente -concluyó Anderton-. Cada cual era único. Pero dos de ellos coincidían en un aspecto. Si me dejaban libre, yo mataría a Kaplan. Eso creó la ilusión de un informe de la mayoría. En realidad era sólo eso, una ilusión. Donna y Mike previeron el mismo acontecimiento, pero en dos sendas temporales diferentes y en condiciones totalmente diferentes. En cuanto a Donna y Jerry, el presunto informe de la minoría y la mitad del informe de la mayoría, eran incorrectos. De los tres, el de Mike era correcto, pues no le siguió ningún informe que pudiera invalidarlo. Eso lo resume todo.
Afanosamente, Witwer trotaba junto al camión, con el rostro pálido y suave arrugado de preocupación.
-¿Sucederá de nuevo? ¿Deberíamos modificar la configuración?
-Puede suceder en una sola circunstancia -dijo Anderton-. Mi caso era único, pues yo tenía acceso a los datos. Podría suceder de nuevo pero sólo al próximo inspector general. Así que ten cuidado.
Sonrió, regodeándose en la tensa expresión de Witwer. Junto a él, Lisa frunció los rojos labios y extendió la mano cubriendo la suya.
Más vale que mantengas los ojos abiertos -le dijo Anderton al joven Witwer-. Te puede ocurrir en cualquier momento.
La setmana que ve, el proper 05-11-2008, començaré a publicar tots els dimecres, el meu particular homenatge al "Club de los jueves". Es tractarà d'una sèrie titulada "Dimecres, relats d'altri" on deixaré relats que m'han agradat, i que, en el cas més general, que siguin escrits en català, traduiré pels amics.
Salut
2 comentaris:
Julio, muchas gracias de todo corazón por este tremendo esfuerzo.
Paz y suerte con todo, y un abrazo para ti y para todos tus seres queridos.
Pau i salut.
Daniel.
p.d. Un sugerencia: La Ecuación de Dante, de Jane Jensen. ¡Excelente novela!
de este relato tan intrigante no había leido nada...
!!qué bueno!!
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