Ens trobem al 30 de Març de 1282. Muntaner ens narra l'episodi conegut històricament com les vespres sicilianes. Una rebel·lió popular a Palerm, acaba amb tota la guarnició francesa de la ciutat.
Aquesta és l'espurna que, segons Muntaner, desencadenarà la guerra per Sicília entre francesos i catalans.
No pas la jurada venjança, això seria molt fort i políticament poc correcte. Pere d'Aragó, el Gran, acudirà en ajut dels pobres sicilians que han tingut el valor de rebel·lar-se contra l'atroç tirania dels invasors francesos.
I per a que l'atac previst es pugui produir per sorpresa, la flota haurà d'estar disposada ben a prop, per exemple, a l'altura de Tunísia o d'Algèria.
Així que la diplomàcia anirà movent els fils necessaris.
I és que la propaganda política no ha nascut ahir, ja porta molts segles funcionant a la perfecció.
XLIII
Y persistiendo en esta decisión tan altanera, dispuso oficiales por toda la isla de Sicilia los cuales no hacían ni decían sino maldades y soberbias y no creían que en el mundo hubiese otro Dios sino su rey Carles, de modo que se olvidaban de Dios y de los hombres y hacían tantas maldades, que era asombroso como los sicilianos lo sufrían sin degollarlos.
Y entre otras maldades sucedió que un día, que eran fiestas, y en Palerm (354) hay una iglesia que se encuentra junto al puente del Almirall, a la que, en las fiestas de Pascua, toda la ciudad de Palermo acude a ganar indulgencias, y sobre todo las mujeres de Palerm de las que no falta ni una; y aquel día iban, entre otras, algunas gentiles mujeres, muy bellas, y salieron los alguaciles franceses y cuando vieron aquellas mujeres acompañadas de buenos mozos, que eran sus parientes, con la intención de poder meterles mano allá donde se les antojase de su cuerpo, indagaron si llevaban armas los jóvenes, y cuando vieron que no llevaban, dijeron que se las habrían entregado a las mujeres, excusa con la cual las cachearon, y les metieron mano, y las pellizcaron, e incluso les metieron mano a las tetas. De modo que los jóvenes que iban con estas mujeres, viendo esto, y contemplando como azotaban con látigos de buey a todos aquellos y aquellas que intentaban zafarse, gritaron: - Ah Dios, padre y señor! ¿Quién podrá sufrir tanta soberbia?- Y en aquel instante, llegaron ante Dios estos clamores de forma que decidió que se hiciese venganza de aquellas altanerías y de muchas otras. E inflamó el corazón de los que contemplaban en aquel momento y lugar dichas maldades, que gritaron: - Mueran, mueran!
Y tan pronto como se inició aquel grito, mataron a pedradas a todos aquellos sayones. Y cuando los hubieron matado, entraron en la ciudad de Palerm, gritando todos, hombres y mujeres: - Muiren li francesqui!-, e inmediatamente todo el mundo tomó las armas, y cuantos franceses encontraron en Palerm todos murieron. Y enseguida eligieron como capitán y jefe a misser Alàinep, que era uno de los más honrados ricoshombre de Sicilia.
Y cuando esto acabó, constituidos en ejército, fueron hasta donde hubiera franceses, de forma que por toda Sicilia corrió la voz, y a los lugares a donde ésta llegó, murieron los franceses. ¿Qué os diré? Que toda Sicilia se rebeló de golpe contra el rey Carles, y mataron a todos cuantos franceses pudieron encontrar de modo que no escapó ni uno que estuviese en Sicilia. Y esto ocurrió por sentencia de Dios, ya que nuestro señor verdadero Dios sufre al pecador, pero cuando ve que éste no quiere enmendarse de sus maldades, envía sobre él la espada de justicia; y de este modo la envió sobre aquellos malvados y soberbios que de tal forma devoraban al pueblo de Sicilia, y sin embargo sus gentes eran obedientes y buenas en todo lo que atañía a Dios y a su señor, y así lo son hoy en día, que yo no creo que haya gente más leal ni mejor en el mundo de lo que ellos lo han sido, son y serán a los señores que más tarde han tenido, y a los que aún tienen, según lo que más adelante oiréis.
Y cuando esto acabó y el rey Carles tuvo noticia del desastre que había tenido, muy movido de gran ira juntó grandes huestes, y por mar y por tierra marchó a asediar la ciudad de Messina (355), y acudió con tanto poder que traía diecisiete mil caballos, y diecisiete mil caballeros, y de gente de a pie un sinfín, y más de cien galeras, y todo esto contra una ciudad que entonces no se encontraba amurallada; y parecía que se pudiese capturar inmediatamente, sin problemas. Pero aquel poder no era nada comparado con el poder de Dios, quien protegía y defendía rectamente a los sicilianos.
Y así dejaré estar al rey Carles, que tiene sitiada a Messina, y os volveré a hablar de la casa de Tunis y lo que sucedió.
Verdad es que cuando el rey Mirabussac fue hecho rey de Tunis por orden del señor rey En Pere d'Aragón (tal como antes habéis oído), su hermano Boaps huyó a Bugia y a Constantina (356), y se alzó contra Mirabussac coronándose rey de Bugia. Y cada uno de los dos hermanos permanecieron en sus reinos. Y primero murió Boaps, rey de Bugia y de Constantina y dejó a su hijo Mirabossecri como rey de Bugia, y a Boqueró lo dejó como señor de Constantina.
NOTAS
Y entre otras maldades sucedió que un día, que eran fiestas, y en Palerm (354) hay una iglesia que se encuentra junto al puente del Almirall, a la que, en las fiestas de Pascua, toda la ciudad de Palermo acude a ganar indulgencias, y sobre todo las mujeres de Palerm de las que no falta ni una; y aquel día iban, entre otras, algunas gentiles mujeres, muy bellas, y salieron los alguaciles franceses y cuando vieron aquellas mujeres acompañadas de buenos mozos, que eran sus parientes, con la intención de poder meterles mano allá donde se les antojase de su cuerpo, indagaron si llevaban armas los jóvenes, y cuando vieron que no llevaban, dijeron que se las habrían entregado a las mujeres, excusa con la cual las cachearon, y les metieron mano, y las pellizcaron, e incluso les metieron mano a las tetas. De modo que los jóvenes que iban con estas mujeres, viendo esto, y contemplando como azotaban con látigos de buey a todos aquellos y aquellas que intentaban zafarse, gritaron: - Ah Dios, padre y señor! ¿Quién podrá sufrir tanta soberbia?- Y en aquel instante, llegaron ante Dios estos clamores de forma que decidió que se hiciese venganza de aquellas altanerías y de muchas otras. E inflamó el corazón de los que contemplaban en aquel momento y lugar dichas maldades, que gritaron: - Mueran, mueran!
Y tan pronto como se inició aquel grito, mataron a pedradas a todos aquellos sayones. Y cuando los hubieron matado, entraron en la ciudad de Palerm, gritando todos, hombres y mujeres: - Muiren li francesqui!-, e inmediatamente todo el mundo tomó las armas, y cuantos franceses encontraron en Palerm todos murieron. Y enseguida eligieron como capitán y jefe a misser Alàinep, que era uno de los más honrados ricoshombre de Sicilia.
Y cuando esto acabó, constituidos en ejército, fueron hasta donde hubiera franceses, de forma que por toda Sicilia corrió la voz, y a los lugares a donde ésta llegó, murieron los franceses. ¿Qué os diré? Que toda Sicilia se rebeló de golpe contra el rey Carles, y mataron a todos cuantos franceses pudieron encontrar de modo que no escapó ni uno que estuviese en Sicilia. Y esto ocurrió por sentencia de Dios, ya que nuestro señor verdadero Dios sufre al pecador, pero cuando ve que éste no quiere enmendarse de sus maldades, envía sobre él la espada de justicia; y de este modo la envió sobre aquellos malvados y soberbios que de tal forma devoraban al pueblo de Sicilia, y sin embargo sus gentes eran obedientes y buenas en todo lo que atañía a Dios y a su señor, y así lo son hoy en día, que yo no creo que haya gente más leal ni mejor en el mundo de lo que ellos lo han sido, son y serán a los señores que más tarde han tenido, y a los que aún tienen, según lo que más adelante oiréis.
Y cuando esto acabó y el rey Carles tuvo noticia del desastre que había tenido, muy movido de gran ira juntó grandes huestes, y por mar y por tierra marchó a asediar la ciudad de Messina (355), y acudió con tanto poder que traía diecisiete mil caballos, y diecisiete mil caballeros, y de gente de a pie un sinfín, y más de cien galeras, y todo esto contra una ciudad que entonces no se encontraba amurallada; y parecía que se pudiese capturar inmediatamente, sin problemas. Pero aquel poder no era nada comparado con el poder de Dios, quien protegía y defendía rectamente a los sicilianos.
Y así dejaré estar al rey Carles, que tiene sitiada a Messina, y os volveré a hablar de la casa de Tunis y lo que sucedió.
Verdad es que cuando el rey Mirabussac fue hecho rey de Tunis por orden del señor rey En Pere d'Aragón (tal como antes habéis oído), su hermano Boaps huyó a Bugia y a Constantina (356), y se alzó contra Mirabussac coronándose rey de Bugia. Y cada uno de los dos hermanos permanecieron en sus reinos. Y primero murió Boaps, rey de Bugia y de Constantina y dejó a su hijo Mirabossecri como rey de Bugia, y a Boqueró lo dejó como señor de Constantina.
NOTAS
354. Palermo. Ciudad de Sicilia.
355. Mesina. Ciudad de Sicilia.
356. Ciudad de Argelia.
2 comentaris:
Me esdtoy cultinvandop con tu blog,
GRACIAS,BESINES
Qué interesante comprobar que esa manía homínida de hacerse el dios olvidándose al mismo tiempo del verdadero dueño de dicho título es una costumbre casi milenaria.
Un abrazo, amigo y gracias por el esfuerzo.
Pau i salut.
Daniel, el Sinportadas.
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