V
Las tarjetas de identificación lo describían como Ernest Temple, un electricista desempleado que recibía una subvención semanal del estado de Nueva York, con una esposa y cuatro hijos en Buffalo, y un patrimonio inferior a los cien dólares. Una tarjeta laboral manchada de sudor lo autorizaba para viajar sin tener un domicilio fijo, Un hombre en busca de trabajo necesitaba viajar. Tendría que recorrer un largo camino.
Mientras atravesaba la ciudad en el autobús casi vacío, Anderton estudió la descripción de Ernest Temple. Obviamente, habían preparado las tarjetas teniendo en cuenta sus propias características, pues todas las medidas coincidían. Al cabo de un rato se preguntó si las huellas dactilares y el patrón de ondas cerebrales también coincidirían. Era imposible que estos últimos resistieran una comparación. Esa documentación sólo le permitiría superar los exámenes más superficiales. Pero ya era algo. Junto con las tarjetas de identificación había diez mil dólares en billetes. Guardó el dinero y las tarjetas en el bolsillo, luego examinó el mensaje, pulcramente mecanografiado, donde venían envueltas.
Al principio no lo entendió. Luego lo estudió durante largo rato, perplejo.
Mientras atravesaba la ciudad en el autobús casi vacío, Anderton estudió la descripción de Ernest Temple. Obviamente, habían preparado las tarjetas teniendo en cuenta sus propias características, pues todas las medidas coincidían. Al cabo de un rato se preguntó si las huellas dactilares y el patrón de ondas cerebrales también coincidirían. Era imposible que estos últimos resistieran una comparación. Esa documentación sólo le permitiría superar los exámenes más superficiales. Pero ya era algo. Junto con las tarjetas de identificación había diez mil dólares en billetes. Guardó el dinero y las tarjetas en el bolsillo, luego examinó el mensaje, pulcramente mecanografiado, donde venían envueltas.
Al principio no lo entendió. Luego lo estudió durante largo rato, perplejo.
LA EXISTENCIA DE UNA MAYORÍA IMPLICA LÓGICAMENTE
UNA CORRESPONDIENTE MINORÍA.
UNA CORRESPONDIENTE MINORÍA.
El autobús había entrado en la vasta área de los barrios bajos; los kilométros de ruinosos hoteluchos y edificios de habitaciones de alquiler destartalados que habían surgido después de la masiva destrucción causada por la guerra. Aminoró la marcha, y Anderton se puso de pie. Algunos pasajeros observaban su mejilla herida y sus ropas harapientas. Sin hacerles caso, bajó a la acera barrida por la lluvia.
El conserje del hotel no le prestó atención, salvo para pedirle el dinero por anticipado. Anderton subió hasta el segundo piso y entró en la estrecha y maloliente habitación que ahora le pertenecía. Con alivio cerró la puerta y bajó las persianas. La habitación era pequeña pero limpia. Cama, cómoda, calendario con paisaje, silla, lámpara y una radio que funcionaba con monedas. Insertó una moneda y se desplomó en la cama. Las principales emisoras transmitían el boletín policíaco. Era algo nuevo y excitante, desconocido para la generación actual. ¡Un criminal en fuga! El público estaba ávidamente interesado.
“Este hombre ha aprovechado su elevada posición para llevar a cabo su fuga -decía el locutor, con indignación profesional-. Dado su alto cargo, tenía acceso a los datos preliminares, y la confianza depositada en él le permitió evadir el proceso normal de detección y traslado. Durante su gestión, ejerció su autoridad para enviar a gran cantidad de individuos potencialmente culpables a su encarcelamiento, salvando así la vida de víctimas inocentes. Este hombre, John Allison Anderton, contribuyó a la fundación del sistema Precrimen, la predetección profiláctica de delincuentes a través del ingenioso uso de mutantes precog, capaces de prever los hechos futuros y transferir oralmente esos datos a máquinas de análisis. Estos tres precogs, en su función vital…”
La voz se diluyó mientras él entraba en el diminuto cuarto de baño. Allí se quitó la chaqueta y la camisa y abrió el grifo del agua caliente. Se desinfectó el corte de la mejilla. En la farmacia de la esquina había comprado yodo y tiritas, una navaja, peine, cepillo dental y otros artículos que necesitaría. A la mañana siguiente se proponía encontrar una tienda de ropa de segunda mano y comprar una vestimenta más apropiada. A fin de cuentas, ahora era un electricista desempleado, no un inspector de policía víctima de un accidente.
En la habitación, la radio seguía informando. Sin prestarle demasiada atención, Anderton se detuvo frente al espejo rajado para exa¬minarse el diente roto.
“El sistema de tres precogs tiene su génesis en los ordenadores de mediados de este siglo. ¿Cómo se verifican los resultados de un ordenador electrónico? Transfiriendo los datos a un segundo ordenador de idéntico diseño. Pero dos ordenadores no bastan. Si cada ordenador llega a una conclusión diferente, es imposible saber, a priori, cuál de los dos está en lo cierto. La solución, basada en un cuidadoso estudio del método estadístico, consiste en utilizar un tercer ordenador para chequear los resultados de los dos primeros. Así se obtiene lo que llaman un informe de la mayoría". Se puede asumir con seguridad que el acuerdo de dos ordenadores sobre tres indica cuál de los resultados alternativos es el acertado. Sería improbable que dos ordenadores llegaran a soluciones idénticamente incorrectas...“
Anderton soltó la toalla que tenía en la mano y corrió a la habitación. Temblando, se agachó para escuchar las palabras que vociferaba el locutor.
“La unanimidad de los tres precogs es algo que puede ocurrir, pero sólo esporádicamente, explica el inspector general provisional Witwer. Es mucho más normal obtener un informe de la mayoría, realizado por dos precogs, y un informe de la minoría con una leve variación, habitualmente con referencia a tiempo y lugar, realizado por el tercer mutante. Esto se explica por la teoría de los futuros múltiples. Si sólo existiera una senda temporal, la información precognitiva no tendría importancia, pues no habría posibilidad, poseyendo esta información, de alterar el futuro. En la labor de la Agencia Precrimen debemos asumir ante todo que...”
Anderton se paseó frenéticamente por la diminuta habitación. El informe de la mayoría... Sólo dos precogs habían coincidido en cuanto al material relacionado con la tarjeta. Ése era el sentido del mensaje que había recibido con el paquete. El informe del tercer precog, el informe de la minoría, era, de algún modo, importante. ¿Por que?
Su reloj le indicó que era más de medianoche. Page ya habría acabado su jornada. No regresaría al edificio de los monos hasta la tarde siguiente. Era una probabilidad remota, pero valía la pena correr el riesgo. Quizá Page lo protegiera, quizá no. Tendría que arriesgarse. Tenía que ver el informe de la minoría.
El conserje del hotel no le prestó atención, salvo para pedirle el dinero por anticipado. Anderton subió hasta el segundo piso y entró en la estrecha y maloliente habitación que ahora le pertenecía. Con alivio cerró la puerta y bajó las persianas. La habitación era pequeña pero limpia. Cama, cómoda, calendario con paisaje, silla, lámpara y una radio que funcionaba con monedas. Insertó una moneda y se desplomó en la cama. Las principales emisoras transmitían el boletín policíaco. Era algo nuevo y excitante, desconocido para la generación actual. ¡Un criminal en fuga! El público estaba ávidamente interesado.
“Este hombre ha aprovechado su elevada posición para llevar a cabo su fuga -decía el locutor, con indignación profesional-. Dado su alto cargo, tenía acceso a los datos preliminares, y la confianza depositada en él le permitió evadir el proceso normal de detección y traslado. Durante su gestión, ejerció su autoridad para enviar a gran cantidad de individuos potencialmente culpables a su encarcelamiento, salvando así la vida de víctimas inocentes. Este hombre, John Allison Anderton, contribuyó a la fundación del sistema Precrimen, la predetección profiláctica de delincuentes a través del ingenioso uso de mutantes precog, capaces de prever los hechos futuros y transferir oralmente esos datos a máquinas de análisis. Estos tres precogs, en su función vital…”
La voz se diluyó mientras él entraba en el diminuto cuarto de baño. Allí se quitó la chaqueta y la camisa y abrió el grifo del agua caliente. Se desinfectó el corte de la mejilla. En la farmacia de la esquina había comprado yodo y tiritas, una navaja, peine, cepillo dental y otros artículos que necesitaría. A la mañana siguiente se proponía encontrar una tienda de ropa de segunda mano y comprar una vestimenta más apropiada. A fin de cuentas, ahora era un electricista desempleado, no un inspector de policía víctima de un accidente.
En la habitación, la radio seguía informando. Sin prestarle demasiada atención, Anderton se detuvo frente al espejo rajado para exa¬minarse el diente roto.
“El sistema de tres precogs tiene su génesis en los ordenadores de mediados de este siglo. ¿Cómo se verifican los resultados de un ordenador electrónico? Transfiriendo los datos a un segundo ordenador de idéntico diseño. Pero dos ordenadores no bastan. Si cada ordenador llega a una conclusión diferente, es imposible saber, a priori, cuál de los dos está en lo cierto. La solución, basada en un cuidadoso estudio del método estadístico, consiste en utilizar un tercer ordenador para chequear los resultados de los dos primeros. Así se obtiene lo que llaman un informe de la mayoría". Se puede asumir con seguridad que el acuerdo de dos ordenadores sobre tres indica cuál de los resultados alternativos es el acertado. Sería improbable que dos ordenadores llegaran a soluciones idénticamente incorrectas...“
Anderton soltó la toalla que tenía en la mano y corrió a la habitación. Temblando, se agachó para escuchar las palabras que vociferaba el locutor.
“La unanimidad de los tres precogs es algo que puede ocurrir, pero sólo esporádicamente, explica el inspector general provisional Witwer. Es mucho más normal obtener un informe de la mayoría, realizado por dos precogs, y un informe de la minoría con una leve variación, habitualmente con referencia a tiempo y lugar, realizado por el tercer mutante. Esto se explica por la teoría de los futuros múltiples. Si sólo existiera una senda temporal, la información precognitiva no tendría importancia, pues no habría posibilidad, poseyendo esta información, de alterar el futuro. En la labor de la Agencia Precrimen debemos asumir ante todo que...”
Anderton se paseó frenéticamente por la diminuta habitación. El informe de la mayoría... Sólo dos precogs habían coincidido en cuanto al material relacionado con la tarjeta. Ése era el sentido del mensaje que había recibido con el paquete. El informe del tercer precog, el informe de la minoría, era, de algún modo, importante. ¿Por que?
Su reloj le indicó que era más de medianoche. Page ya habría acabado su jornada. No regresaría al edificio de los monos hasta la tarde siguiente. Era una probabilidad remota, pero valía la pena correr el riesgo. Quizá Page lo protegiera, quizá no. Tendría que arriesgarse. Tenía que ver el informe de la minoría.
2 comentaris:
EStoy enredada ya en la trama.
BESINES
Por cierto bonita la canción , pero no puede dejarte comentario...
GRACIAS; BESINES
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