contadores de visitas
Llegit avui en Vilaweb, La mort del periodisme, un article de Xavier Montanyà que traduesc, perquè em sembla que denuncia veritats com a punys. Com sempre, he deixat l'enllaç per qui vulgui llegir l'original
La muerte del periodismo
¿’Quieres ser comunicador’? No gracias, ecs, qué asco, pienso, mientras se me aparece el espectro de Josep Cuní en tanga. La pregunta viene en una propaganda de una universidad catalana. Comunicador, claro está, es eso. De las universidades, ya no salen periodistas, salen comunicadores. Los comunicadores pueden ser, según el ego del discente o de los docentes, aspirantes a muchas cosas: presentadores, actores, animadores socioculturales, locutores, publicistas, humoristas, directores de cine, creadores multidisciplinares, organizadores de 'happenings' o de cenas de empresa, portavoces de partidos o de gobiernos, malabaristas sintácticos, relaciones públicas de Ikea ... El abanico de posibilidades (frase que los lleva de golpe a las puertas del Dorado) es inmenso. Todo depende de uno mismo. Si algo caracteriza al comunicador, es la sumisión a la voluntad del dueño, de quien paga, tanto si es fabricante de croquetas congeladas, como ministro de igualdad, director de periódico o presentador de telediario. El comunicador envuelve el producto y lo vende, lo hace atractivo. Su éxito se traduce en aplausos, carcajadas, abrazos estrepitosos y en primas económicas, bien sea en forma de aumentos de sueldo, de cargos, bien sea por la vía indirecta de la subvención de empresas o proyectos. El comunicador no puede cuestionar nada, si el dueño no quiere. Para eso se han inventado unos artilugios verbales, cada día más extendidos, que tienen por misión desarticular la crítica, perpetuar el relato oficial, fabricar el consenso, como dice Chomsky.
Uno de los artilugios más habituales es el llamado 'objetividad' o 'neutralidad'. Estos conceptos se esgrimen para diluir el discurso contrario al poder, con argumentos rocambolescos y, a menudo, no verificables. José Bergamín dejó escrito, al respecto: 'Si fuera un objeto sería objetivo, pero como soy un sujeto soy subjetivo.' Pues, ahora, no es así. Lo deploro. Resulta que los comunicadores son unos objetos que, junto a la declaración de una víctima, tienen que poner la del verdugo, en el mismo plano, sin cuestionarlo, dándole la misma importancia, aun a sabiendas de que miente, por ejemplo. O que cuando publican las cifras de una empresa que ha tenido un bajón importante, no dejan de mencionar las cifras del año en qué los resultados fueron un éxito, aunque hayan pasado cinco, o cincuenta. A veces, este vicio de la simetría, es pura manipulación. ¿Objetividad? Una cosa es ser riguroso, creo yo. Ser objetivo es imposible, es contra naturaleza, es vicio puro. El otro artilugio es el de la repugnante y lamida 'faceta humana'. Eso significa que, a un político responsable de algún hecho importante, no le hacen preguntas sobre el hecho en cuestión, sino que le dejan pista libre para que nos hable de sus mellizos, o nos haga una demostración de cómo pasea el domingo a su perro. La faceta humana limpia la cara de los protagonistas, haciéndolos políticamente correctos, socialmente comparables a todo el mundo, homogéneos, deseables. ¿'También yo podré hacerlo? Sí. Con Colacao.' La faceta humana lima o ignora el conflicto, o el delito, envuelve los hechos de banalidad, para evitar que los puntos oscuros salgan a la luz pública. ¿Y qué me decís de 'cambiar la perspectiva más tópica'? Es decir, no intentes averiguar las causas que originan una guerra, por ejemplo, ni cuanto cobran los mercenarios; aléjate del peligro, desvíate y concéntrate en la vida cotidiana de los soldados, o métete de pies en el charco del gran tópico 'a pesar de la dureza de los combates, en la retaguardia, los jóvenes se enamoran y se casan', o 'las amas de casa todavía hacen calceta’. Este procedimiento es diabólico. Es como un virus cerebral que actúa a largo plazo, te hace sentir imaginativo, brillante, mientras que, en realidad, te desvía completamente de tus objetivos iniciales, te aleja del centro del conflicto y te hace un comunicador. El resto viene solo: ¡engordas, te compras una casa unifamiliar, un cuatro por cuatro, un perro, una barbacoa, y a vivir!
Hay materia para escribir un ensayo, si analizáramos nuestros medios y las conversaciones profesionales. Sin embargo, nadie lo publicaría nunca. Dirían que es 'demasiado obvio', artilugio complementario de los anteriores, de una efectividad a prueba de bomba. Si dices, pongamos por caso, que hay rumores de corrupción en tal lugar o tal otro, te miran como si fueras un bobo, te envían a paseo con un 'eso es demasiado obvio' y se acabó lo que se daba. El rumor no se investiga. La corrupción no se denuncia. Y mientras, a cámara lenta, imperceptiblemente, los comunicadores nos van conduciendo hacia el abismo de la contemporaneidad, el agujero negro, la nada. Moriremos hinchados, satisfechos y blanquecinos, como pájaros ahogados en la alberca. Moriremos, eso sí, vestidos con tutú y con el pecho cargado de medallas. Moriremos sin molestar, sin apestar. Casi ni se notará que hemos dejado de estar. O incluso, que hemos estado. Todo continuará como quieren los que mandan. Qué tiempos aquéllos, qué añoranza, qué sentirse vivo..., cuando, fastidiados, los rostros amoratados de los de arriba, a punto de estallar, te decían: 'Morirás como las sartenes. Con el culo quemado y colgado por las orejas.' Y te estampaban en la cara un chaparrón de venenosos salivazos que se te clavaban como agujas.
http://www.blogger.com/
La muerte del periodismo
¿’Quieres ser comunicador’? No gracias, ecs, qué asco, pienso, mientras se me aparece el espectro de Josep Cuní en tanga. La pregunta viene en una propaganda de una universidad catalana. Comunicador, claro está, es eso. De las universidades, ya no salen periodistas, salen comunicadores. Los comunicadores pueden ser, según el ego del discente o de los docentes, aspirantes a muchas cosas: presentadores, actores, animadores socioculturales, locutores, publicistas, humoristas, directores de cine, creadores multidisciplinares, organizadores de 'happenings' o de cenas de empresa, portavoces de partidos o de gobiernos, malabaristas sintácticos, relaciones públicas de Ikea ... El abanico de posibilidades (frase que los lleva de golpe a las puertas del Dorado) es inmenso. Todo depende de uno mismo. Si algo caracteriza al comunicador, es la sumisión a la voluntad del dueño, de quien paga, tanto si es fabricante de croquetas congeladas, como ministro de igualdad, director de periódico o presentador de telediario. El comunicador envuelve el producto y lo vende, lo hace atractivo. Su éxito se traduce en aplausos, carcajadas, abrazos estrepitosos y en primas económicas, bien sea en forma de aumentos de sueldo, de cargos, bien sea por la vía indirecta de la subvención de empresas o proyectos. El comunicador no puede cuestionar nada, si el dueño no quiere. Para eso se han inventado unos artilugios verbales, cada día más extendidos, que tienen por misión desarticular la crítica, perpetuar el relato oficial, fabricar el consenso, como dice Chomsky.
Uno de los artilugios más habituales es el llamado 'objetividad' o 'neutralidad'. Estos conceptos se esgrimen para diluir el discurso contrario al poder, con argumentos rocambolescos y, a menudo, no verificables. José Bergamín dejó escrito, al respecto: 'Si fuera un objeto sería objetivo, pero como soy un sujeto soy subjetivo.' Pues, ahora, no es así. Lo deploro. Resulta que los comunicadores son unos objetos que, junto a la declaración de una víctima, tienen que poner la del verdugo, en el mismo plano, sin cuestionarlo, dándole la misma importancia, aun a sabiendas de que miente, por ejemplo. O que cuando publican las cifras de una empresa que ha tenido un bajón importante, no dejan de mencionar las cifras del año en qué los resultados fueron un éxito, aunque hayan pasado cinco, o cincuenta. A veces, este vicio de la simetría, es pura manipulación. ¿Objetividad? Una cosa es ser riguroso, creo yo. Ser objetivo es imposible, es contra naturaleza, es vicio puro. El otro artilugio es el de la repugnante y lamida 'faceta humana'. Eso significa que, a un político responsable de algún hecho importante, no le hacen preguntas sobre el hecho en cuestión, sino que le dejan pista libre para que nos hable de sus mellizos, o nos haga una demostración de cómo pasea el domingo a su perro. La faceta humana limpia la cara de los protagonistas, haciéndolos políticamente correctos, socialmente comparables a todo el mundo, homogéneos, deseables. ¿'También yo podré hacerlo? Sí. Con Colacao.' La faceta humana lima o ignora el conflicto, o el delito, envuelve los hechos de banalidad, para evitar que los puntos oscuros salgan a la luz pública. ¿Y qué me decís de 'cambiar la perspectiva más tópica'? Es decir, no intentes averiguar las causas que originan una guerra, por ejemplo, ni cuanto cobran los mercenarios; aléjate del peligro, desvíate y concéntrate en la vida cotidiana de los soldados, o métete de pies en el charco del gran tópico 'a pesar de la dureza de los combates, en la retaguardia, los jóvenes se enamoran y se casan', o 'las amas de casa todavía hacen calceta’. Este procedimiento es diabólico. Es como un virus cerebral que actúa a largo plazo, te hace sentir imaginativo, brillante, mientras que, en realidad, te desvía completamente de tus objetivos iniciales, te aleja del centro del conflicto y te hace un comunicador. El resto viene solo: ¡engordas, te compras una casa unifamiliar, un cuatro por cuatro, un perro, una barbacoa, y a vivir!
Hay materia para escribir un ensayo, si analizáramos nuestros medios y las conversaciones profesionales. Sin embargo, nadie lo publicaría nunca. Dirían que es 'demasiado obvio', artilugio complementario de los anteriores, de una efectividad a prueba de bomba. Si dices, pongamos por caso, que hay rumores de corrupción en tal lugar o tal otro, te miran como si fueras un bobo, te envían a paseo con un 'eso es demasiado obvio' y se acabó lo que se daba. El rumor no se investiga. La corrupción no se denuncia. Y mientras, a cámara lenta, imperceptiblemente, los comunicadores nos van conduciendo hacia el abismo de la contemporaneidad, el agujero negro, la nada. Moriremos hinchados, satisfechos y blanquecinos, como pájaros ahogados en la alberca. Moriremos, eso sí, vestidos con tutú y con el pecho cargado de medallas. Moriremos sin molestar, sin apestar. Casi ni se notará que hemos dejado de estar. O incluso, que hemos estado. Todo continuará como quieren los que mandan. Qué tiempos aquéllos, qué añoranza, qué sentirse vivo..., cuando, fastidiados, los rostros amoratados de los de arriba, a punto de estallar, te decían: 'Morirás como las sartenes. Con el culo quemado y colgado por las orejas.' Y te estampaban en la cara un chaparrón de venenosos salivazos que se te clavaban como agujas.
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9 comentaris:
PENSABAS QUE ME ME HASBÍA OLVIDADO,
NOOOOOOOOOOOOOO, AQUI ESTOY UN POQUITO TOCADA, PERO SIGO, SI NO VES POST ES PORQUE EL PAIS N ESTÁ DESDE ANOCHE QUE NO EDITA.
SOBRE EL RELATO, TOTALMENTE DE ACUERDO, DE HACHOE YO ME HE DADO CUENTA, QUE X CASI NO MIRO LA TELE,
POR TODA LA LMIERDA QUE TRAE.
BESITOS
Julio .... Lo he leído apresuradamente porque salgo para Sevilla.
Cuando vuelva lo leo otra vez y comento algo ... que se merece ser leído con tiempo ... reflexionado en sillón .... vuelto a leer y luego comentado
( eres un hacha )
Totalmente de acuerdo con el artículo. ¿Qué es un comunicador? Y sobre todo, ¿qué no es?
La información está manipulada de principio a fin. Desde la forma, fragmentaria, apresurada y dispersa, en que es servida, hasta los propios contenidos, impregnados siempre del interés particular del medio que la ofrece.
Esto es un problema para la sociedad, ya que somos los ciudadanos los titulares del derecho a la información, de manera que somos los más interesados en que siga existiendo un periodismo serio y riguroso. No digo objetivo, porque eso no existe, sino honrado, veraz y consecuente.
A ver si con los blogs la cosa mejora un poco.
Saludos
Ciertamente interesante y una verdad inmensa,el periodismo no es lo que era, y muchas veces tiene la culpa los que dicen que losón y están en telebasura, pero como bien dices se llenan los bolsillos, comprando cosas lujosas, poderoso señor es dón dinero.Un beso te quiere Mari, tu hada.
Yo me hago la pregunta al reves, esos periodistas o comunicadores que cuentan lo que su publico quiere oir, existen por si mismos o porque su publico los necesita?. Demasiadas personas hay que no quieren la persona que expone la noticia con la máxima objetividad, sino que se la subjetivicen a su gusto.
Querido amigo Mary,nuestra hada,dice que nos deja por culpa de dos personas que la están machacando de tal manera que al final han debilitado su moral y ganas de escribir.Pasate cuando puedas por su blog,lee lo que ha escrito y veras como todos nos hemos puesto a una con ella.Las dos personas,son un tal Navega y Lucía Angélica Forlino la que tú mismo dijiste que tenía cierta cultura pero que tenía un corazón bastante complicado.
Te pido ayuda para Mary,para por su blog, y mira mi último post que está dirigido a ella.
Cuidate.
me parece genial el artículo ..y preocupante ..pues estamos hablando de un síntoma de una enfermedad graves de nuestra democracia , ..aún no consolidada...
Los medios se ha mantenido todos , sin excepción ..de fuertes inyecciones del capital empresarial ..y de los partidos políticos ...así como entidades bancarias "con apellido de obra social" ...llámese cajamar, cixa, cajamadrid ...De ahí el comentario que te hacia el otro día sobre ést a última ...
El periodismo, sálvese quien pueda..ha estado sometido a esos intereses de forma salvaje , ..eso aminora la creación , la imaginación ..el libre pensamiento (aunque ya sé que libre no es nunca) ...
Y ahora ..vienen las vacas falcas ...y algunas de esas inyecciones económicas , ..desaparecen o aminoran ...
Lo que sigue es fácil de adivinarlo ...
Piensa sobre lo hablado d eorganizar el blog ...es demasiado bueno ...y hacerlo es fácil ...de verdad ...
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