contadores de visitas He comentat moltes vegades que sóc un apassionat lector de Juanjo Millás i que, sobretot, les meues preferències van més encaminades a les columnes que publica a distints periòdics que no a les seues novel·les.
Per què m'agrada tant?. De vegades he pensat que per la seua imaginació, altres per les seues metàfores, altres per les seues idees polítiques, altres...
Només després d'haver llegit fa uns mesos la seua última novel·la "El mundo" he arribat a una conclusió que em sembla encertada. M'arriba perquè, a través de formes variades, sempre parla del seu carrer, d'allò que succeeix al seu carrer. I he advertit que, casualment, el seu carrer també és el meu. I m'he convençut que el seu carrer és el de la majoria de tots nosaltres.
Avui a El País, publica la seua acostumada columna dels divendres a l'última pàgina:
SIN MANOS.
Una cosa es la crisis y otra la fricción con la atmósfera al entrar en la realidad. Los pisos no valían lo que costaban, el Euríbor era una trampa, el petróleo tenía los días contados, los créditos al consumo llevaban veneno dentro, el coche con tracción a las cuatro ruedas decepcionaba al quinto día, aunque había que seguir pagándolo seis años. Resulta que esto no era jauja. La entrada en la realidad puede ser brutal si carecemos de los revestimientos cerámicos adecuados. En mi colegio, el profesor de gimnasia hizo creer a un compañero gordo que podía trepar por una cuerda hasta el techo del gimnasio, donde había dibujado una luna. Se trataba de tocarla y volver. El chico, espoleado por las promesas falsas del profesor, llegó hasta la mitad y se dejó caer, frenando la caída con las manos. Llegó al suelo (a la realidad) sin manos.
En esas estamos, descendiendo por la cuerda después de haber estado a punto de tocar la luna. Algunos la tocaron, pero a qué precio. Lo malo es que al despertar del sueño, al entrar en la atmósfera, vamos a conocer la crisis de verdad. Acuda usted a Urgencias con las manos abrasadas por el descenso y le darán hora para dentro de veinte meses. Vaya usted al juzgado de guardia para denunciar la situación y su caso se verá dentro de quince o dieciséis años. Busque un buen colegio público donde enseñen a su hijo a distinguir entre el sueño y la realidad y le dirán que la enseñanza pública de calidad ha desaparecido. Mientras subíamos a la luna, las termitas horadaron lo público, lo desprestigiaron, lo vendieron, lo manipularon, se alimentaron de lo público, que era de todos. No va a ser fácil colocar la frontera entre lo que llamamos crisis y lo que son, simplemente, los efectos del regreso a la realidad, pero deberíamos intentarlo, para recuperar el juicio. Y los espacios públicos.Es pot demanar una descripció més exacta del què estem vivint aquest dies?
2 comentaris:
Perfecto el artículo. A mi también me gusta mucho Millás. Expresa con claridad y rotundidad el sentir de muchos ante problemas cotidianos, pero que, con demasiada frecuencia, son despreciados por el mundillo de los políticos.
A mí también me preocupa mucho la erosión de lo público. Ojala desde la "sociedad civil" podamos hacer algo para volver al camino perdido. Tu blog hace por ello y cuentas con todas mis simpatías y el apoyo que te pueda prestar.
Por cierto, me gusta más este blog que el que tenías antes.
Saludos Julio.
Genial y cierto........supongo que hay comunidades donde se va a notar muchiiiiiiiiiiiiiiiiisimo más.
Un beso
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